Salinas tocó a la puerta "¿señora
García? somos de administración y tenemos orden de desalojo"
Ruidos apagados, pasos: "¿cómo dice?
¿desalojo?" desde el otro lado de la puerta.
"Si Madame, hace tres meses que no
paga la renta, se le dejaron dos avisos, haga favor de abrir, está la autoridad
con nosotros y el representante del juez"
Voces apenas audibles "¿no pagaste
pendeja? te dije que se había vencido" dijo un hombre; Salinas y yo nos
miramos "es que con tantas cosas se me olvidó, te lo juro", luego, dirigiéndose
la voz femenina hacia la puerta "¿no pueden venir más tarde o yo voy a la
oficina a pagar, sólo necesito vestirme y bajo"
De nuevo el "lo siento" debe
desalojar, sus pertenencias se llevaran a bodega y si el departamento está
disponible podrá hacer un nuevo contrato después que liquide el adeudo y los
gastos de ejecución.
Silencio. "¿Madame?" mirando a la
puerta y luego a nosotros, como pidiendo comprensión ante lo siguiente; ya conocía
yo las manías de Salinas, se mostraba
educado, pero era en realidad frío y sin compasión. Todos lo éramos en
diferente grado, pero no alardeábamos de "madame" y esas mamadas.
Salinas miró su reloj "tiene 3 minutos para abrir la puerta, en caso
contrario deberemos abrirla a la fuerza, queremos que le quede claro que si no
abre la puerta voluntariamente, quedara inscrito en su expediente y difícilmente
se le volverá a rentar departamento alguno en el complejo" Aun no
terminaba de decir eso cuando escuchamos gritos y objetos golpeando
"¡pendeja!" gritaba la voz masculina una y otra vez "¿cómo
puedes ser tan estúpida? ¿querías que me fuera? ¡me lo hubieras dicho!"
Uno de los policías se adelantó
"Señora García, ¿se encuentra bien?" Después de unos momentos
"si... si, abriré, abriré... permítanme tantito"
El otro policía se llevó la muñeca a la
boca "un posible 18 y 23, solicitamos apoyo, edificio H, piso 7; a la
izquierda del elevador, departamento 741"
La voz rugió desde adentro, se le notaba
acento extranjero "¡no abras!" esa fue la señal para los policías
quienes nos indicaron con los brazos que nos hiciéramos a un lado y, prescindiendo
del cerrajero, patear uno de ellos la puerta. Lo primero que vimos fue al
hombre sumamente atareado ante los varios ordenadores dispersos sobre varias
mesillas a la derecha de la puerta donde estábamos, y a la mujer, cincuentona
quizá, sentada sobre sus propias piernas en el piso a pocos pasos de él,
llorando "¡no se mueva!" dijo el policía que entró primero, apuntándole
a la vez con la pistola paralizadora; mientras el otro policía decía a su
muñeca "posible DC, repito: posible DC, apoyo, se solicita apoyo de
especialista" y con la otra apuntando ya su arma también.
Delito cibernético, sí, eso se notaba a
leguas por la cantidad de aparatos colgados en la pared y encima de las pequeñas mesas; miré a Salinas quien
observaba con suma expectación hacia adentro luego, casi como un rayo, al
extranjero pasar a mi lado corriendo, precisamente en el momento que regresaba
mi mirada al apartamento "¡alto! ¡alto!" dijo el policía de la muñeca
"¡oficial caído! ¡oficial caído!" había empujado también a Salinas al
pasar y lo dejó sentado ridículamente en el piso. Cuando reaccioné ya me
llevaba como diez metros de distancia; comencé a correr tras él y escuché la
voz del policía gritándome "tenga cuidado guardia, no se le acerque, solo ubíquelo
mientras llegan refuerzos"
Era un tipo como de unos treinta años y
unos dos metros de alto; sus largas zancadas me dejaban atrás. Dio vuelta al
final del pasillo y cuando llegué apenas lo vi saliendo por la ventana del
fondo hacia el pretil "¡cuidado!" grité absurdamente, era obvio que
esa era una de sus salidas de emergencia ya que las ventanas de todos los pisos
están selladas con remaches. Seguramente los quitó él mismo anteriormente
previendo una situación tal. Me detuve en la ventana pero ya no lo vi, o rodeó
el edificio por el pretil o brincó al techo del edificio más bajo de enfrente.
Me quedé ahí, eso marcaba el protocolo y como la ventana estaba abierta encendí
un cigarrillo.
Salinas llegó pocos segundos después
acompañado del oficial caído "ya vienen los refuerzos" me dijo mirando
a la ventana "¿se peló por ahí, verdad?" preguntó
El policía no dijo nada, se limitó a mirar a través el marco de la ventana y luego
pidió apoyo aéreo a través de su muñeca "la mujer esta deshecha, grita que
la abandonó, pobre estúpida" continuó Salinas riendo cínicamente. Ya
estaba yo acostumbrado al tipo de sus comentarios, por eso ni siquiera me
permití mostrar fastidio "no puedes fumar aquí" dijo Salinas de
manera distraída, casi mecánicamente, luego se asomó también por la ventana
"este tipo ya se peló, va a estar cabrón que lo hallen entre tanto
edificio; que listo, destrabar la ventana, ha de ser uno de esos profesionales
que dicen que andan en la ciudad"
Regresé al departamento en parte para ver
cómo estaba la mujer y para alejarme de Salinas. Ella lloraba quedamente,
estaba sentada en una silla que alguien había sacado al pasillo, mientras
cargadores sacaban los muebles. Sentí el impulso de consolar a la mujer ya que
no paraba de decir que la abandonó, que por qué se fue, pero algo distrajo mi atención.
Eran los muebles que estaban sacando en ese momento, todos de madera muy fina
según pude apreciar: tocadores con espejo, respaldos de camas, vitrinas.
Algunos parecían haber sido hechos por el mismo artesano ya que tenían
incrustaciones de otros tipos de maderas las cuales formaban mosaicos geométricos
de varios colores. Me pregunté porque alguien tendría muebles nuevos tan caros,
similares y apilados en un departamento tan pequeño.
"No lo entiendo, no lo entiendo"
dijo ella, lo cual me regresó de mis pensamientos, iba a decirle algo pero se
me adelantó Salinas quien había regresado sin que me diera cuenta "así son
esos tipos madame, son oportunistas, se aprovechan de las mujeres solas y de su
edad" Lo mire con profundo desagrado, él iba a continuar pero se hizo a un
lado al notar mi mirada, elevó ligeramente las manos y giró su cabeza como
diciendo "haz lo que quieras"
"Señora" le dije en voz baja e inclinándome
hacia ella "sus muebles serán custodiados aquí en el edificio, lo que sea
de él será analizado y si hay algo ilícito lo retendrá la policía. Usted podrá
volver a su departamento en cuanto terminen las indagatorias sin ningún cargo
extra y se le reparará la puerta"
"Gracias" dijo tratando de
sonreír, luego el policía de la muñeca me dijo: "compañero, haga favor de
cubrir a mi pareja allá en la ventana, él y yo nos sumaremos a la búsqueda"
Volví esperando que Salinas no me siguiera,
prendí otro cigarro y me recargué en la pared a un lado del marco por donde
había escapado el extranjero. Cuando lancé el cigarro hacia afuera noté una
sombra inmóvil en el pretil, el pelo rizado me indicó que era el fugitivo. Me
quedé petrificado, puse mi mano en la eléctrica y deseé que estuviera alguien
más acompañándome, incluso Salinas, pero no quise gritar ni usar la radio. El
individuo estuvo quieto larguísimos momentos, luego escuché gravilla triturada,
se estaba moviendo hacia la ventana. Me puse en posición de ataque y de pronto
vi su perfil asomar por el hueco, miraba con incertidumbre en dirección al pasillo.
Supe de inmediato que no había regresado a
pelear ya que se le notaba extremadamente sereno a pesar de que obviamente
sabía que yo estaba ahí; lo tomé del pelo y sin que opusiera resistencia se
dejó tirar boca abajo al piso, lo cual hice cuidadosamente. "Esta usted siendo
arrestado por ser sospechoso de cometer delitos de carácter cibernético, lo
cual está penado por las leyes mexicanas; puede guardar silencio..."
Avisé de la captura después de ponerle las
esposas, y luego que le ayudé a sentarse le ofrecí una chupada de cigarro. No
fumo, gracias, me dijo con calma mirando un punto indeterminado entre la pared
y el piso. "Usted la quiere, ¿verdad?" le dije luego de un par de
minutos durante los cuales lo observé detenidamente.
Asintió con la cabeza ligeramente, mostrando
a la vez que admitir eso le causaba cierto embarazo. Me incliné cerca de su oído y le dije: "Si no le molesta, puedo
estar al pendiente de ella" Elevó
la mirada "se lo agradecería con todo mi corazón, ella... ella es muy
buena, ako moja matka"
"¿Perdón?
"Ella parecer mucho a mi madre"
Por fin llegaron los refuerzos, venían
corriendo los dos policías junto a otros más "Todo bajo control
compañeros, se entregó voluntariamente y ahora está tranquilo." se
relajaron ante mis palabras, aunque varios toletes y eléctricas bailaron
impacientes.
"Regresaste" dijo ella con una
amplia sonrisa lloriquienta y levantándose "si" contestó él mostrando
aprecio con su tono de voz "lo sabía" afirmó acercándose y tratando
de abrazarlo "lo siento señora, está detenido, puede visitarlo en la
comandancia"
"si, si" dijo mostrando alivio y
a la vez preocupación. Me paré junto a ella para mirar cómo se alejaban, él
giró la cabeza para mirarla antes de
subir al elevador y le sonrió cariñosamente; ella movió la mano ligeramente a
la altura de su pecho mostrándole la palma para decirle adiós, que lo amaba,
que pronto se verían, que se cuidara y que se preocupaba por él. Todo eso se
puede hacer con un pequeño ademán, ese día aprendí eso.
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