lunes, 12 de mayo de 2014

Amado

Todos sabían en el taller que Amado iba ir el viernes como a la 1. Y todos en el taller querían que se muriera ese mismo día, pero ninguno de ellos lo quería matar, o ninguno creía poder hacerlo aunque algunos eran rudos, otros tendían a serlo y los restantes fingían que lo eran.
Además era más fácil orillar a que otro lo matará, alguien que no fuera del lugar, alguien que pareciera tranquilo y que fuera poco rastreable por carecer de antecedentes.

El “Italiano” le decían a papá; "Antonio", le habló Mateo por teléfono, "¿cuándo nos echamos unas cervezas?"
"¿Oye, y todavía tienes la escuadra aquella tan bonita? es que un cliente me preguntó por una y me acordé de la tuya, a ver si hacen trato"

Yo no tenía pensado ir al taller de Mateo, de hecho ya tenía como un año que no iba y eso que antes iba seguido, cada dos tres semanas, pero por cuestiones del trabajo el tiempo se me iba en nada; pero el jueves, un día antes de que papá matara a Amado, fui con Dolores a un rancho que esta por esa misma carretera. Fuimos a revisar esa propiedad para entregar un informe, ya que una compañía necesita hacer un club deportivo para sus empleados.

Trabajo en una desarrolladora que diseña proyectos arquitectónicos, mi trabajo es el de manejar, echar un ojo a las características viales, lo cual incluye lo adecuado de los accesos y la viabilidad para mejorarlos y analizar la propiedad en sí. No estudié esa carrera ni ninguna otra, solo terminé el nivel bachillerato, pero tengo una especial habilidad para esas labores y al arquitecto Saldaña, el dueño de la desarrolladora le gusta mi punto de vista y mis opiniones, dice que siempre le son útiles.
Dolores es arquitecta y ya tiene como 2 años en la firma; es altiva, joven, muy hermosa y posee un cuerpo espectacular.

Es también ambiciosa y poco hace por caer bien. No le importa, e incluso se nota que ama ser odiosa y mandar despectivamente cuando puede. Íbamos en el auto de la compañía en la carretera; miraba sin pausa su celular y enviaba mensajes sin elevar la mirada y mucho menos voltear a verme. No me inquietaba en lo más mínimo, prefería eso a soportar su mirada gélida y despectiva "pinche ranchería" dijo cuando sintió que entramos en la terracería, pero sin despegar los ojos del celular; la oí y no, estaba pensando en que el sábado vería a Matilda mi novia. Por fin guardó su aparato, recargó su codo en el descansabrazos y su cabeza en la mano metiendo los dedos entre su pelo; el sol de casi medio día le daba de lleno en el rostro pero no parecía molestarle aunque cerraba ligeramente los ojos. No sé si se dio cuenta que la miré durante medio segundo, pero supongo que eso no le importaba.

Por fin llegamos, un hombre estaba sentado cerca de la puerta de entrada de la reja que mostraba el inicio de la propiedad; nos identificamos, abrió la reja y se subió al auto para guiarnos. "Por ese camino" dijo ante de sacar su celular y hundirse en él. Luego de media hora le preguntó Dolores si faltaba mucho para llegar
"Como otra hora" contestó sin dejar de textear. Me reí en mis adentros ya que el tipo le aplicó la misma que ella le hace a sus subordinados y a los que ella cree que lo son; el guía guardó su celular después de 10 minutos; no le quise preguntar pero supuse que no había cobertura en esa zona, además un acto de Dolores me lo confirmó ya que sacó el suyo minutos después y de inmediato lo guardó con un gesto de fastidio que percibí de reojo.

No me molestaba en ningún sentido el silencio aunque la presencia de otros; estaba ya acostumbrado a eso desde que entré a trabajar en esa empresa ya que la mayoría de los empleados y muchos de los clientes eran personas presuntuosas que pretendían estar encima de los demás, y casi todos, encima de mí, lo cual sin embargo me causaba gracia ya que yo  los juzgaba de idiotas ignorantes ¿qué sabían de la vida esos niñatos consentidos?
Dale la vuelta aquí, dijo el tipo

Era un camino más angosto aunque la vegetación no era densa; -va a costar un dineral aplanar esta terracería, dijo Dolores de pronto, -si, le contesté, -y ampliarla en tramos de al menos cada quinientos metros para que se puedan cruzar los autos de ida y venida, agregué.
 A los lados del camino había piedras, arbustos chaparros y durante tramos, largos canales poco profundos que seguramente fueron acequias.
-Además el paisaje es horrendo, parece puro pinche desierto y ha de estar lleno de animales.
-Métete por esa rampa, dijo el hombre. Era más o menos de mi edad y muy delgado, quizá de unos 24 o 26 años. La “rampa” es una continuación del camino el cual, en ese punto, giraba alrededor de una pequeña loma; pasando esa loma se veía ya el edificio que se planeaba convertir en el centro deportivo.

-Está muy lejos de la carretera ¿a cuántos kilómetros esta?
-Como a treinta, le contesté mientras miraba detenidamente en rededor, ya nos habíamos apeado del vehículo, -puta madre, masculló Dolores, -esto no sirve ¿te imaginas lo que hay que invertir en el camino? y lo que le falta a esta mierda de casa, se está cayendo toda
En realidad no me parecía demasiado descuidada, pero sí había que hacerle muchas reparaciones y adecuaciones  para que pudiera servir como club deportivo y de esparcimiento -¿hay luz? preguntó Dolores al tipo, -no, dijo este sin mirarla, -pero ahí están los postes y el cableado, aunque se me hace que hay que mandar que lo cambien, ya tiene sus añitos
-¿Y agua?
-Hay un pozo detrás de la casa, quién sabe si tiene agua 'orita
-¿Pero no hay tubería, agua potable?
-Por aquella loma corre un tubo, y sí trae agua

-Vámonos, dijo ella, -ya vi lo que quería ¿tu quieres ver más?
-No, le dije, -ya estuvo. Nos subimos al auto y giré la llave: un cansino sonido de ignición y luego nada
-Está muerto, dije. Me bajé luego de jalar la palanca del cofre para revisar las conexiones de la batería
Regresé y me dirigí al tipo -¿hay algún taller por aquí?
-No, el más cercano está en la carretera por donde venían, atrás, como a 10 kilómetros del cruce
-¿Qué pasó? preguntó Dolores como si no entendiera, -la batería, está muerta, le dije
-¿No la revisaste?
-No soy de mantenimiento, le dije intentando no mostrar mi fastidio
-Debiste revisarla ¿ahora qué vamos a hacer? tengo que estar allá antes de las ocho
-No sé, le dije, a ver si hay alguna casa por aquí ¿tú sabes si vive alguien por aquí cerca?

-Atrás de la loma esa, hay unas casas
-¿Y los conoces?
-No, nomás las he visto de lejos, pero sí hay gente
-¿Cómo a cuanto esta de distancia?
-Uy, pues yo creo que como a 3 horas caminando
-No mames, dijo Dolores, -¿tres horas? y yo traigo tacón, vas a tener que ir Lozano, y mejor le apuras porque se hace tarde. Estuve a punto de mandarla a la chingada, pero respiré hondo y me quedé mirando a la loma aquella que más bien parecía una corta serranía
-¿Cómo ves mano, nos haces el favor de ir a ver si hay forma de que nos ayuden?

-No puedo compa, me tengo que regresar a la carretera, mañana se festeja mi hermano en Linares y a ver si pesco un raid o un autobús que me lleve
-Pero cómo, usted debe ayudarnos, para eso le pagó la compañía
-No seño, dijo el otro sin inmutarse, aunque una sonrisa burlona bailaba en su rostro, -a mi me pagaron para traerlos, lo demás ahí ustedes saben
-Te vamos a dar una feria, ándale
-No puedo compa, de veras, te digo que mañana es el cumple de mi hermano, bueno, cumplió antier pero se festeja mañana y si voy para allá y no hay nada en ese ranchillo pues ya me chingué, no llego a la fiesta.

-¿Pero que le importa más esa pinche fiesta que ayudarnos? te vamos a reportar. La cara de Dolores estaba roja del coraje
-Repórtame, yo ni trabajo para los dueños de aquí, y tu compañía ni me pagó, me pagaron los dueños y hasta me lo pidieron de favor; bueno, a ver cómo les va, ahí se ven. Y dicho y hecho se alejó caminando
-¡Chinga tu madre, cabrón! le gritó Dolores, él simplemente levantó el brazo para regresarle el recordatorio. -Ve tú, no mejor no, no me quiero quedar sola aquí.
-No iba a ir, está el sol de la chingada y como dijo él, a lo mejor no hay quien ayude. Ya iban a ser las tres de la tarde y el sol nos pegaba de lleno luego que unas nubes solitarias se habían alejado.

Me dirigí a la construcción, la puerta principal estaba cerrada pero no fue difícil moverla ya que tenía solamente unos bloques de concreto por dentro. Entré y la frescura interior se me metió en la nariz. Flotaban unas pocas motas de polvo las que se reflejaban bajo los rayos de luz que entraban por las angostas y horizontales ventanas de la parte superior de las altas paredes; detrás de mi escuché los tacones de Dolores -¿hay agua?
-No sé, aquí no veo llaves, deja voy a aquel cuarto. Había una sola puerta en la pared derecha, estaba abierta y entré; llevaba a un pasillo ancho con dos puertas a cada lado, estaban abiertas también. Cuartos vacios a excepción de diversos objetos abandonados y al parecer inservibles, pero una de las puertas era la de un sanitario el cual también seguramente sirvió como bodega de afanador ya que aun había envases de limpieza.

Giré una de las llaves de agua y nada; Dolores ya estaba a mis espaldas, giré la otra llave y tampoco. Salí y rodeé el edificio para intentar ver las instalaciones. Había un contenedor de agua encima de una base de concreto, pensé que si tenía agua estaría sumamente sucia, abajo de él una bomba de agua la cual ya no tenía manguera o tuvo en la parte de extracción. Miré en rededor y vi una pequeña construcción cilíndrica con cubierta de lámina la cual seguramente era el pozo que había dicho el tipo; me acordé que no le habíamos preguntado el nombre.

-¿Hallaste agua?
-No, ¿hay señal de celular?
-No, dijo ella mirando su móvil, -nada, lo movió en distintas direcciones
Me acerqué al pozo y levanté la lámina. Había agua muy al fondo. -Podemos sacar agua si encontramos una cuerda o alambre largo, pero de seguro está sucia y habría que hervirla

-Pues sácala.
-Mira, le dije harto aunque tratando de no gritar, -no soy tu empleado ni mandadero, no voy a andar como pendejo buscando alambres o cuerdas para sacar agua sucia y luego hervírtela
-¡Pues entonces arregla el pinche carro! ¡O lo hubieras checado, pendejo! Me tuve que contener para no darle una bofetada. -¿Sabes qué? ya me harté de ti, además aunque encontremos agua ¿luego qué? ¿Vas a querer que te lleve cargada de regreso? mejor ahí arréglate como puedas, me voy a la carretera y allá hablo para que vengan por ti.
-¡Estas pero bien pendejo! ¡No me vas a dejar aquí sola! Comencé a caminar por donde se fue el guía -¡Damián! ¡No me dejes! ¡Hijo de tu puta madre!

No volteé. Traía algo de sed pero no pensé que fuera gran problema, me acordé que en cierto punto de la terracería vi como a unos 5 kilómetros la autopista, solo era cuestión de encontrar una vereda o paso libre para llegar a ella, además me sentía profundamente satisfecho por haber dejado abandonada a aquella estúpida, claro que yo estaba consciente que perdería el trabajo seguramente, pero no me preocupaba eso en lo absoluto; de hecho, me sentía liberado.

Llegar a la autopista fue más difícil de lo que creí porque se me atravesó una larga barranca profunda, tuve que caminar como tres horas para poder encontrar un camino que la atravesara y luego regresar más o menos  al punto donde se veía la carretera. Lo bueno fue que encontré un ranchillo donde me dieron agua. -¿Sabe si hay teléfono por aquí?
La señora, la dueña de la casa, me dijo que no, -pero creo que aquí agarra el celular. Que tonto, no me acordaba que traía celular, lo saqué de mi bolsa y vi que tenía cobertura.
Cuando le dije a Coronado que Dolores se había quedado sola en el terreno aquel se cagó de la risa, luego me pidió detalles para encontrar el lugar -Oye, ¿y no puedes regresarte o esperar en la carretera? digo, tu sabes pero esta cabrón que se quede sola, aunque ya sé que es remendiga.

-Regresarme no, le dije, -ya estoy como a 3 kilómetros de la carretera y ando todo madreado; si quieres te hablo de ahí y te digo más o menos a qué altura estoy, y si no pasa un autobús pues me recoges y te digo la entrada al terreno.
-No pues está cabrón, mejor busco la entrada yo, dices que esta como a 5 minutos después de  la gasolinera ¿verdad?

La señora del ranchillo me dijo que a esa altura no se paraban los autobuses, que tenía que caminar como 10 kilómetros al norte, o sea, ahí donde estaba la estación del tren, -ya casi no se paran por aquí, si quiere se puede quedar a dormir en uno de los cuartos, de rato llega mi marido, enemos una cama y baño.
Me convencí que era lo mejor, dormí en el rancho ese, fue irresistible la oferta ya que había ducha y comida muy sabrosa; la cama era casi tan cómoda como una piedra, pero con el cansancio me dormí casi de inmediato, de hecho tan cansado estaba que me desperté pasado el medio día. No quise comer nada más que un plátano y una manzana, -quédese a comer, ya va a estar la comida
-No seño, gracias, tengo que llegar a Monterrey y ya ve, me quedé dormido.

El marido de ella me llevó en su camioneta a la estación del tren. Me sentía muy despejado, a pesar de que una pequeña sombra de arrepentimiento, por haber dejado a Dolores, surcaba mi mente, "libre" pensé a pesar de eso, “después de tanto tiempo amarrado a esa empresa”; podría hacer lo que se me viniera en gana durante un tiempo.
El tren pasó Montemorelos y me acordé del taller de Mateo "le voy a caer, tengo ganas de unas cheves, a ver si se arma una carne asada"
Me bajé en la estación de Santiago y caminé como media hora para llegar al taller, afortunadamente estaba abierto ya que a veces lo cierran cuando traen obra grande por fuera; entré encandilado por el sol de las 3, recordé que hacía 24 horas estaba allá en el terreno con Dolores.

-Ese Gumaro, le dije al único que pude distinguir en la semi oscuridad, el sol aun me nublaba la vista. Me miró con los ojos muy abiertos pero no me contestó -¿qué ya no te acuerdas de mí?
-¿Qué andas haciendo?, me extrañó su pregunta porque se le notaba muy asustado: -nada, ando de cotorreo, vengo de allá de por Linares y me bajé aquí en la estación ¿qué, pasó algo?
Se dirigió al teléfono fijo, levantó el auricular y marcó, luego de unos momentos dijo: -Aquí esta Damián, el hijo del Italiano...Dice que viene de Linares, parece que no sabe nada... Ok.
-Dice Mateo que ahí viene, está aquí enfrente en el congal de Sofía
Le contesté afirmando con la cabeza, me preguntaba a mi mismo que estaba pasando ya que en otras ocasiones Gumaro me recibía muy alegre y dicharachero; hoy estaba más que serio, se le veía muy consternado.
Mateo  llegó en menos de 5 minutos, venía agitado ya que para cruzar la carretera tuvo que subirse a un puente peatonal, y, por el tiempo que hizo, seguramente venía casi corriendo -¿Qué andas haciendo?
Le expliqué lo mismo que a Gumaro; me miró incrédulo, en su mirada se notaba que estaba pensando con intensidad ¿sabes que tu papá anda aquí conmigo en el congal?
-No, le dije, -no sabía
-¿Y qué andabas haciendo en Linares? Le conté a grandes rasgos lo que sucedió. Cuando terminé giró la vista a su escritorio atiborrado de papeles, herramientas y objetos varios. Luego miró a Gumaro quien estaba casi petrificado a mi izquierda aun con los ojos muy abiertos.
-Matamos a un güey, bueno... hizo una pausa de unos momentos -lo mató tu papá. Ahí atrás esta el cuerpo, estamos esperando que vengan por él.

Lo único que se me ocurrió preguntar en ese momento fue el porqué lo mató. –él era uno de esos sicarios que andaban por aquí en aquel tiempo, pero se le quedó la maña y a veces venía a pedir dinero todavía.
-Y le hablaste a papá. Asintió, -¿y papá está bien?
-Si, dijo mirándome fijamente con la cabeza un poco inclinada hacia abajo y esforzándose por no desviar la mirada. -vente, vamos al congal un rato, tu papá anda bailando con una putilla.
Cuando me quiso tomar del hombro me alejé sin querer, de pronto sentí repugnancia y odio por Mateo. -Todo está bien, de veras.

Me le quedé mirando un rato en silencio, el mantuvo la mirada en mis ojos, no en plan de desafío, sino quizá tratando de darme a entender que sería peor hacer la cosa más grande.- Ya todo está arreglado, van a venir por el muerto y lo van a tirar por ahí, vente, vamos a relajarnos un rato.
Le dije que estaba bien, -nomás préstame el baño, me ando cagando. Se rió, quizá porque involuntariamente la frase implicaba que estaba asustado. -Ok allá te espero, ¿vas a venir, verdad?
-Sí, ahí voy. Cuando salí del baño le pregunté a Gumaro que cómo había estado la cosa.

Tu papá llegó como a la una, ya estaba el Amado aquí, chupando como siempre y diciendo sus pendejadas. Tu papá llegó sordeadillo como siempre, ya ves que es muy encalmado. Se puso a platicar por allá con el güicho pero no sé como supo que le había hablado el Mateo para que matará al Amado, según Mateo no le había dicho nada pero ya ves que ellos se entienden con una mirada.
-El Amado se fue a orinar al baño y detrasito de él tu papá, nomas espero a que se metiera a miar, entonces lo esperó, yo lo veía desde ahí, me señalo un lugar del taller, -estaba parado nomas afuerita de la puerta ya con la mano en la bolsa del pantalón. Todos nos quedamos callados, ya sabíamos que iba a haber balazos, pero nomás fueron dos, porque cuando salió el Amado tu papá sacó la pistola y pum y luego pum otro; eso fue todo, con dos balazos tuvo. Ahí está ¿quieres verlo? le dio en el pecho y en la cabeza, aunque no sé donde le dio primero, yo creo que en el pecho y luego lo remató. De veras que tu papá tiene sangre fría y puntería.

Le dije que no, que quería saludar a mi papá porque hacía como un mes que no lo veía. Por dentro estaba lleno de confusión, mi padre me había dicho hacía un par de años que ya no quería hacerle al matón, que iba a dejar eso. De hecho, según me había contado, ya tenía como 10 años que no mataba a nadie. Cuando llegué al congal mi mente era un torbellino aun, busqué la escalera que llevaba al área común y comencé a subir. Iba con la miraba baja, pensando en qué chingados íbamos a hablar papá y yo , cuando sentí una mano firme en la frente la cual casi me hace caer hacía atrás; miré y era un tipo que usaba un uniforme de la policía federal -hazte a un lado pendejito, ¿no ves que no cabemos?

Tenía acento chilango y una mirada cínica, lo que me terminó de encender: lo tomé del brazo derecho y lo lancé por encima de mi hombro y de la barandilla. Cuando golpeó el piso se escuchó un estremecedor crujido.
Tardé quizá, rememorando, un minuto o poco más en comprender que lo había matado y ya para entonces un nutrido grupo de personas rodeaba el cadáver. Me quedé quieto, esperaba la llegada de sus compañeros de parranda, policías también seguramente; pero quien me tomó del brazo fue Mateo: -vente, rápido.
Me llevó al saloncito de baile -siéntate ahí con tu papá, y luego, dirigiéndose a él, -andaba solo el cachuchero, lo va a esconder Sofía.

Me quedé quieto, medio encorvado y mirando al frente. No quería ver a papá a los ojos, él me daba asco y yo mismo me daba asco, además me daba coraje que ya no tendría nunca más la superioridad  para juzgarlo como asesino. -Tenemos suerte que vayan a venir por Amado, dijo Mateo, -sirve que se llevan a los dos de una vez ¿verdad Antonio?

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