Amado
Todos en el taller sabían que Amado iba a ir el viernes como a la
una. Todos en el taller querían que se muriera ese mismo día, pero ninguno de
ellos lo quería matar, o ninguno creía poder hacerlo, aunque algunos eran rudos,
otros tendían a serlo y los restantes fingían que lo eran.Además era más fácil
orillar a que otro lo matara, alguien que no fuera del lugar, alguien que
pareciera tranquilo y que fuera poco rastreable por carecer de antecedentes.
El “Italiano” le decían a papá; (¿Esta
frase por qué está al inicio del párrafo? No se entiende).– Antonio
− le habló Mateo por teléfono (¿A quién le habló? Supongo que a papá, pero no se entiende bien, y está
raro que le diga Antonio si antes dices que le decían el “italiano”, también quizá
estaría bien poner por qué le dicen así)− ¿cuándo nos
echamos unas cervezas? ¿Oye, todavía tienes la escuadra aquella tan bonita? Es
que un cliente me preguntó por una y me acordé de la tuya, a ver si hacen
trato.
Yo no tenía pensado
ir al taller de Mateo, de hecho ya tenía como un año que no iba y eso que antes
iba seguido, cada dos o tres semanas, pero por cuestiones del trabajo el tiempo
se me iba en nada.
El jueves, un día
antes de que papá matara a Amado, fui con Dolores a un rancho que está por esa
misma carretera. Fuimos a revisar la propiedad para entregar un informe, ya que una compañía necesita
hacer un club deportivo para sus empleados.
Trabajo en una
desarrolladora que diseña proyectos arquitectónicos, mi trabajo es el de
manejar, echar un ojo a las características viales, lo cual incluye lo adecuado
de los accesos y la viabilidad para mejorarlos y analizar toda la propiedad en
sí. No estudié esa carrera ni ninguna otra, solo terminé el nivel bachillerato,
pero tengo una especial habilidad para estas labores y al arquitecto Saldaña,
el dueño de la desarrolladora, le gusta mi punto de vista y mis opiniones, dice
que siempre le son útiles.
Dolores es
arquitecta y ya tiene como 2 años en la firma, es altiva, joven, muy hermosa y
posee un cuerpo espectacular. Es también ambiciosa y poco hace por caer bien. No
le importa, e incluso se nota que ama ser odiosa y mandar despectivamente
cuando puede.
Íbamos en el auto
de la compañía en la carretera, ella miraba sin pausa su celular y enviaba
mensajes sin elevar la mirada y mucho menos voltear a verme. No me inquietaba
en lo más mínimo, prefería eso a soportar su mirada gélida y despectiva. −Pinche ranchería −dijo cuando sintió
que entramos en la carretera de terracería, pero sin despegar los ojos del
celular; la oí y no, estaba pensando en que el sábado vería a Matilda, mi novia.
Por fin guardó su aparato, recargó su codo en el descansabrazos y su cabeza en
la mano, metiendo los dedos entre su pelo; (no abuses del punto y coma :P). El sol de casi
medio día le daba de lleno en el rostro pero no parecía molestarle, aunque
cerraba ligeramente los ojos. No sé si se dio cuenta que la miré durante medio segundo,
pero supongo que eso no le importó de todas formas.
Por fin llegamos,
un hombre estaba sentado cerca de la puerta de entrada de la reja que mostraba
el inicio de la propiedad. Nos identificamos, el hombre abrió la reja y se
subió al auto para guiarnos. − Por ese camino −dijo antes de sacar
su celular y hundirse en él. Luego de media hora, Dolores le preguntó si
faltaba mucho para llegar. − Como otra hora −contestó sin dejar
de textear. Me reí en mis adentros,–ya que (cuidado con los “ya que”, se repiten mucho) el tipo le
aplicó la misma que ella le hace a sus subordinados y a los que ella cree que
lo son. El guía guardó su celular después de 10 minutos, no le quise preguntar
pero supuse que no había cobertura en esa zona, además un acto de Dolores me lo
confirmó ya que sacó el
suyo minutos después y de inmediato lo guardó con un gesto de fastidio que
percibí de reojo.
No me molestaba en
ningún sentido el silencio aunque
(“pero sí” o “ni” ¿?) la presencia de otros;(Demasiados punto y coma!! jaja), estaba ya
acostumbrado a eso desde que entré a trabajar en esa empresa ya que la mayoría de los
empleados y muchos de los clientes eran personas presuntuosas que pretendían
estar encima de los demás, y casi todos, encima de mí, lo cual sin embargo (quítalo, no es necesario)
me causaba graciaya que
yo los juzgaba de idiotas ignorantes. ¿Qué sabían de la vida esos niñatos
consentidos?
− Dale la
vuelta aquí −dijo el tipo, interrumpiendo
mis reflexiones inútiles. (Yo le agregaría esto).
Era un camino más
angosto aunque (También cuidado
con el “aunque”)y la vegetación no era densa. − Va a costar un dineral
aplanar esta terracería − dijo Dolores de pronto. – Sí − le
contesté −y ampliarla en tramos de al menos cada quinientos metros, para que
se puedan cruzar los autos de ida y venida −agregué.
A los lados del camino había piedras, arbustos
chaparros y durante tramoslargos canales poco profundos que seguramente fueron
acequias.
-Además El paisaje es horrendo,
parece puro pinche desierto y ha de estar lleno de animales.
-Métete por esa
rampa −dijo el hombre. Era más o menos de mi edad y muy delgado, quizá de
unos 24 o 26 años. La “rampa” es una continuación del camino el cual, en ese
punto, giraba alrededor de una pequeña loma; pasando esa loma se veía ya el edificio
que se planeaba convertir en centro deportivo.
-Está muy lejos de
la carretera ¿a cuántos kilómetros?(Quién dice esto?)
-Como a treinta -
le contesté mientras miraba detenidamente los alrededores, ya nos habíamos
apeado del vehículo.
-Puta madre -
masculló Dolores -esto no sirve, ¿te imaginas lo que hay que invertir en el
camino? Y lo que le falta a esta mierda de casa, se está cayendo toda.
En realidad no me
parecía demasiado descuidada, pero sí había que hacerle muchas reparaciones y
adecuaciones para que pudiera servir como club deportivo y de esparcimiento.
-¿Hay luz? - preguntó Dolores al hombre. –No, - dijo este secamente y sin
mirarla -pero ahí están los postes y el cableado, aunque se me hace que hay que
mandar que lo cambien, ya tiene sus añitos.
-¿Y agua?
-Hay un pozo detrás
de la casa, quién sabe si tiene agua 'orita.
-¿Pero no hay
tubería, agua potable?
-Por aquella loma
corre un tubo, y sí trae agua.
-Vámonos - dijo
ella - ya vi lo que quería ¿tú quieres ver más?
-No - le dije -ya
estuvo. Nos subimos al auto y giré la llave: un cansino sonido de ignición y
luego nada.
-Está muerto -
dije. Me bajé luego de jalar la palanca del cofre para revisar las conexiones
de la batería.
Regresé y me dirigí
al tipo: -¿Hay algún taller por aquí?-No, el más cercano está en la carretera
por donde venían, atrás, como a 10 kilómetros del cruce.
-¿Qué pasó? - preguntó
Dolores como si no entendiera. -La batería, está muerta, le dije. -¿No la
revisaste? -No soy de mantenimiento - le dije intentando no mostrar mi fastidio.
-Debiste revisarla ¿ahora qué vamos a hacer? tengo que estar allá antes de las
ocho.
-No sé, - le dije- a
ver si hay alguna casa por aquí ¿tú sabes si vive alguien por aquí cerca?– pregunté al hombre que nos
había traído. (así queda más claro)
-Atrás de la loma
esa, hay unas casas.
-¿Y los conoces?
-No, nomás las he
visto de lejos, pero sí hay gente.
-¿Cómo a cuanto
esta de distancia?
-Uy, pues yo creo
que como a 3 horas caminando.
-No mames - dijo
Dolores -¿tres horas? y yo traigo tacón, vas a tener que ir Lozano y mejor te
apuras porque se hace tarde. Estuve a punto de mandarla a la chingada, pero
respiré hondo y me quedé mirando a la loma aquella que más bien parecía una
corta serranía.
-¿Cómo ves mano,
nos haces el favor de ir a ver si hay forma de que nos ayuden?
-No puedo compa, me
tengo que regresar a la carretera, mañana se festeja mi hermano en Linares y a
ver si pesco un raid o un autobús que me lleve.
-Pero cómo, usted
debe ayudarnos, para eso le pagó la compañía – le contesté.
-No seño, - dijo él
otro sin inmutarse, aunque una sonrisa burlona bailaba en su rostro - a mí me
pagaron para traerlos, lo demás ahí ustedes saben.
-Te vamos a dar una
feria, ándale – insistí.
-No puedo compa, de
veras, te digo que mañana es el cumple de mi hermano, bueno, cumplió antier
pero se festeja mañana y si voy para allá y no hay nada en ese ranchillo pues
ya me chingué, no llego a la fiesta.
-¿Pero le importa
más esa pinche fiesta que ayudarnos? Te vamos a reportar - la cara de Dolores
estaba roja del corajemientras
amenazaba al hombre.
-Repórtame, yo ni trabajo
para los dueños de aquí y tu compañía ni me pagó, me pagaron los dueños, hasta
me lo pidieron de favor. Bueno, a ver cómo les va, ahí se ven. - Y dicho y
hecho, se alejó caminando.
-¡Chinga tu madre,
cabrón! - le gritó Dolores. Él simplemente levantó el brazo para regresarle el
recordatorio. -Ve tú, no mejor no, – dijo ella arrepintiéndose-no me quiero quedar sola aquí.
-No iba a ir, está
el sol de la chingada y como dijo él, a lo mejor no hay quien nos ayude. Ya
iban a ser las tres de la tarde y el sol nos pegaba de lleno luego que unas
nubes solitarias se habían alejado.
Me dirigí a la
construcción, la puerta principal estaba cerrada pero no fue difícil moverla ya que (porque) tenía solamente
unos bloques de concreto por dentro. Entré y la frescura interior se me metió
en la nariz. Flotaban unas pocas motas de polvo, las que se reflejaban bajo los
rayos de luz que entraban por las angostas y horizontales ventanas de la parte superior
de las altas paredes. Detrás de mí escuché los tacones de Dolores y su voz: -¿Hay
agua?
-No sé, aquí no veo
llaves, deja voy a aquel cuarto. - Había una sola puerta en la pared derecha,
estaba abierta y entré, llevaba a un pasillo ancho con dos puertas a cada lado,
estaban abiertas también. Cuartos vacíos, a excepción de diversos objetos
abandonados y al parecer inservibles, pero una de las puertas era la de un
sanitario el cual también seguramente sirvió como bodega de afanador ya que aun había envases de
limpieza.
Giré una de las
llaves de agua y nada. Dolores ya estaba a mis espaldas, giré la otra llave y
tampoco. Salí y rodeé el edificio para intentar ver las instalaciones. Había un
contenedor de agua encima de una base de concreto, pensé que si tenía agua
estaría sumamente sucia, abajo de él había una bomba de agua que ya no tenía
manguera o tubo en la parte de extracción. Miré en rededor y vi una pequeña
construcción cilíndrica con cubierta de lámina, la cual seguramente era el pozo
que había dicho el tipo. Me acordé que no le habíamos preguntado su nombre.
-¿Hallaste agua?
-No, ¿hay señal de
celular?
-No, - dijo ella
mirando su móvil– nada. Movió el aparato en distintas direcciones buscando
señal.
Me acerqué al pozo
y levanté la lámina. Había agua muy al fondo. -Podemos sacar agua si
encontramos una cuerda o alambre largo, pero de seguro está sucia y habría que
hervirla
-Pues sácala.
-Mira - le dije
harto aunque tratando de no gritar -no soy tu empleado ni mandadero, no voy a
andar como pendejo buscando alambres o cuerdas para sacar agua sucia y luego
hervírtela.
-¡Pues entonces
arregla el pinche carro! ¡O lo hubieras checado, pendejo! - Me tuve que contener
para no darle una bofetada y le contesté: -¿Sabes qué? ya me harté de ti,
además aunque encontremos agua ¿luego qué? ¿Vas a querer que te lleve cargada
de regreso? Mejor ahí arréglate como puedas, me voy a la carretera y allá hablo
para que vengan por ti.
-¡Estas pero bien
pendejo! ¡No me vas a dejar aquí sola! - Comencé a caminar por donde se fue el
guíamientras ella gritaba. -¡Damián! ¡No me dejes! ¡Hijo de tu puta madre!
No volteé. Traía
algo de sed pero no pensé que fuera gran problema, me acordé que en cierto
punto de la terracería vi como a unos cinco kilómetros la autopista, solo era
cuestión de encontrar una vereda o paso libre para llegar a ella, además me
sentía profundamente satisfecho por haber dejado abandonada a aquella estúpida,
claro que yo estaba consciente que perdería el trabajo seguramente, pero no me
preocupaba eso en lo absoluto, de hecho me sentía liberado.
Llegar a la
autopista fue más difícil de lo que creí porque se me atravesó una larga
barranca profunda, tuve que caminar como tres horas para poder encontrar un
camino que la atravesara y luego regresar más o menos al punto donde se veía la
carretera. Lo bueno fue que encontré un ranchillo donde me dieron agua.
-¿Sabe si hay
teléfono por aquí?
La señora, la dueña
de la casa, me dijo que no. -Pero creo que aquí agarra el celular. - Qué tonto,
no me acordaba que traía celular, lo saqué de mi bolsa y vi que tenía
cobertura.
Cuando le dije a
Coronado que Dolores se había quedado sola en el terreno aquel se cagó de la
risa, luego me pidió detalles para encontrar el lugar. -Oye, ¿y no puedes
regresarte o esperar en la carretera? Digo, tú sabes pero esta cabrón que se
quede sola, aunque ya sé que es remendiga.
-Regresarme no, -
le dije - ya estoy como a tres kilómetros de la carretera y ando todo madreado.
Si quieres te hablo de ahí y te digo más o menos a qué altura estoy, y si no
pasa un autobús pues me recoges y te digo la entrada al terreno.
-No pues está
cabrón, mejor busco la entrada yo, dices que esta como a cinco minutos después
de la gasolinera ¿verdad? – Le dije que
sí y cortó la llamada.
La señora del
ranchillo me dijo que a esa altura no se paraban los autobuses, que tenía que
caminar como 10 kilómetros al norte, o sea, ahí donde estaba la estación del
tren. -Ya casi no se paran por aquí, si quiere se puede quedar a dormir en uno
de los cuartos, de rato llega mi marido, tenemos una cama y baño.
Me convencí que era
lo mejor, dormí en el rancho ese, fue irresistible la oferta ya que había ducha y comida muy
sabrosa. La cama era casi tan cómoda como una piedra, pero con el cansancio me
dormí casi de inmediato, de hecho tan cansado estaba que me desperté pasado el
medio día. No quise comer nada más que un plátano y una manzana.
-Quédese a comer,
ya va a estar la comida.
-No seño, gracias,
tengo que llegar a Monterrey y ya ve, me quedé dormido.
El marido de ella
me llevó en su camioneta a la estación del tren. Me sentía muy despejado, a
pesar de que tenía en la
menteuna pequeña sombrade arrepentimientopor haber dejado a Dolores, surcaba mi mente. "Libre"
pensé a pesar de eso, “después de tanto tiempo amarrado a esa empresa”. Ahora podría
hacer lo que se me viniera en gana durante un tiempo.
El tren pasó por Montemorelos
y me acordé del taller de Mateo. "Le voy a caer, tengo ganas de unas
cheves, a ver si se arma una carne asada".
Me bajé en la
estación de Santiago y caminé como media hora para llegar al taller,
afortunadamente estaba abierto ya
que a veces lo cierran cuando traen obra grande por fuera. Entré encandilado
por el sol de las tres, recordé que hacía 24 horas estaba allá en el terreno
con Dolores.
-Ese Gumaro - le
dije al único que pude distinguir en la semi oscuridad, el sol aun me nublaba
la vista. Me miró con los ojos muy abiertos pero no me contestó -¿Qué ya no te acuerdas
de mí?
-¿Qué andas
haciendo? - me extrañó su pregunta, porque se le notaba muy asustado. -Nada,
ando de cotorreo, vengo de allá de por Linares y me bajé aquí en la estación.
¿Qué? ¿pasó algo?
Se dirigió al
teléfono fijo, levantó el auricular y marcó, luego de unos momentos dijo: -Aquí
está Damián, el hijo del Italiano, dice que viene de Linares, parece que no
sabe nada... Ok.
-Dice Mateo que ahí
viene, está aquí enfrente en el congal de Sofía.
Le contesté
afirmando con la cabeza, me preguntaba a mí mismo que estaba pasando ya que en otras ocasiones
Gumaro me recibía muy alegre y dicharachero; hoy estaba más que serio, se le
veía muy consternado.
Mateo llegó en
menos de 5 minutos, venía agitado ya que para cruzar la carretera tuvo que subirse a un puente
peatonal y, por el tiempo que hizo, seguramente venía casi corriendo. Me
recibió con un: -¿Qué andas haciendo?
Le expliqué lo
mismo que a Gumaro, pero me miró incrédulo, en su mirada se notaba que estaba
pensando con intensidad. Al fin dijo: ¿Sabes que tu papá anda aquí conmigo en
el congal?
-No - le dije - no
sabía.
-¿Y qué andabas
haciendo en Linares? – dijo con el mismo tono cortante. Le conté a grandes rasgos
lo que sucedió. Cuando terminé, giró la vista a su escritorio atiborrado de
papeles, herramientas y objetos varios. Luego miró a Gumaro, quien estaba casi
petrificado a mi izquierda, aún con los ojos muy abiertos.
-Matamos a un güey,
bueno... - hizo una pausa de unos momentos -lo mató tu papá. Ahí atrás está el
cuerpo, estamos esperando que vengan por él.
Lo único que se me
ocurrió preguntar en ese momento fue el porqué lo mató.
–Él era uno de esos
sicarios que andaban por aquí en aquel tiempo, pero se le quedó la maña y a
veces venía a pedir dinero todavía – me contestó.
-Y le hablaste a
papá. – Él asintió. -¿Y papá está bien?
-Sí - dijo
mirándome fijamente con la cabeza un poco inclinada hacia abajo y esforzándose
por no desviar la mirada. -Vente, vamos al congal un rato, tu papá anda
bailando con una putilla.
Cuando me quiso
tomar del hombro me alejé sin querer, de pronto sentí repugnancia y odio por
Mateo. -Todo está bien, de veras – dijo para tranquilizarme.
Me le quedé mirando
un rato en silencio, él mantuvo la mirada en mis ojos, no en plan de desafío,
sino quizá tratando de darme a entender que sería peor hacer la cosa más
grande.- Ya todo está arreglado, van a venir por el muerto y lo van a tirar por
ahí, vente, vamos a relajarnos un rato.
Le dije que estaba
bien. -Nomás préstame el baño, me ando cagando. - Se rio, quizá porque
involuntariamente la frase implicaba que estaba asustado. –Ok, allá te espero,
¿vas a venir, verdad?
-Sí, ahí voy. - Cuando
salí del baño le pregunté a Gumaro que cómo había estado la cosa.
-Tu papá llegó como
a la una y ya estaba el Amado aquí, chupando como siempre y diciendo sus
pendejadas. Tu papá llegó sordeadillo como siempre, ya ves que es muy encalmado
y se puso a platicar por allá con el güicho. No sé cómo supo que el Mateo le
había hablado para que matara al Amado, según Mateo, no le había dicho nada,
pero ya ves que ellos se entienden con una mirada.
-El Amado se fue a
orinar al baño y detrasito de él tu papá, nomás esperó a que se metiera a miar
y lo esperó. Yo lo veía desde ahí, - me señalo un lugar del taller -estaba
parado afuerita de la puerta con la mano en la bolsa del pantalón. Todos nos
quedamos callados, ya sabíamos que iba a haber balazos, pero nomás fueron dos,
porque cuando salió el Amado, tu papá sacó la pistola y pum y luego otro pum. Eso
fue todo, con dos balazos tuvo. Ahí está, ¿quieres verlo? Le dio en el pecho y
en la cabeza, aunque no sé dónde le dio primero, yo creo que en el pecho y
luego lo remató. De veras que tu papá tiene sangre fría y puntería.
Le dije que no, que
quería saludar a mi papá porque hacía como un mes que no lo veía. Por dentro
estaba lleno de confusión, mi padre me había dicho hacía un par de años que ya
no quería hacerle al matón, que iba a dejar eso. De hecho, según me había
contado, ya tenía como 10 años que no mataba a nadie.
Cuando llegué al
congal, mi mente era un torbellino. Busqué la escalera que llevaba al área
común y comencé a subir. Iba con la miraba baja, pensando en qué chingados íbamos
a hablar papá y yo.De repente cuando sentí una mano firme en la frente, la cual casi me
hace caer hacía atrás; miré y era un tipo que usaba un uniforme de la policía
federal, quien me dijo: -Hazte a un lado pendejito, ¿no ves que no cabemos?(Esta escena no la entiendo muy bien
visualmente, ¿el federal estaba también en la escalera?).
Tenía acento
chilango y una mirada cínica, lo que me terminó de encender: lo tomé del brazo
derecho y lo lancé por encima de mi hombro y de la barandilla. (¿Eso sí puede pasar? Jaja se me hace
poco creíble, como de película de acción, ¿o esa era la intensión?)Cuando
golpeó el piso se escuchó un estremecedor crujido.
Tardé quizá, rememorando, (yo quitaría esto)
un minuto o poco más en comprender que lo había matado,y ya para entonces un nutrido grupo de personas rodeaba
el cadáver. Me quedé quieto, esperaba la llegada de sus compañeros de parranda,
policías también seguramente, pero quien me tomó del brazo fue Mateo y me dijo:
-Vente, rápido.
Me llevó al
saloncito de baile. -Siéntate ahí con tu papá - y luego, dirigiéndose a él
-andaba solo el cachuchero, lo va a esconder Sofía.
Me quedé quieto,
medio encorvado y mirando al frente. No quería ver a papá a los ojos, él me
daba asco y yo mismo me daba asco, además me daba coraje que ya no tendría
nunca más la superioridad para juzgarlo como asesino.