Por fin terminé
de lavar. Eran las siete de la tarde y hacía un calor de muerte, andaba sudada
y por lo tanto muy incómoda. Me metí a mi cuarto, cerré la puerta, preparé mi
ropa y me disponía a entrar al cuarto de baño cuando sentí que mi gato,
aristeo, me arañó las pantorrillas ¡cabrón! le dije casi gritando, "me
asustaste". Volteé a buscarlo con la mirada pero ya se había escondido
bajo la cama.
Me sonreí
recordando sus travesuras, era típico de él atacarnos de pronto y salir huyendo
a toda velocidad, tanto que a veces ni lo veías. Abrí la llave de la regadera y
me metí bajo el agua sintiendo que mi cuerpo se relajaba totalmente; me hacía
tanta falta la ducha en verdad y eso que me había bañado por la mañana pero es
que cuando hace calor sudo mucho. Aristeo rascaba el colchón de la cama por lo
que le grité ordenándole que se detuviera, luego sentí su presencia en el baño:
"te vas a mojar las patas gato tonto" su sombra se reflejó en la
puerta de cancel ¿te quieres bañar? le dije mientras terminaba de enjabonarme.
"¿Ma? ¿con quién
hablas?" era Daynara, mi hija tras la puerta de mi recamara, le grité ¡con
aristeo!, silencio, "ma, aristeo esta acá conmigo". pensé que era
algún tipo de broma, me remojé y cerré la llave de la ducha "¿qué
dijiste?"
"Ma,
dijiste que estabas hablándole a aristeo, pero esta acá afuera"
"No, aquí
anda adentro, me acaba de arañar las piernas"
"Lo traigo
cargando" me dijo después de algunos segundos. Pensé que el gato se había
salido, "aquí andaba" le grité mientras me vestía. Pero luego algo me
inquietó, me acerqué a la puerta y verifiqué que tuviera el seguro, me asusté
un poco, giré hacía la cama y miré con inquietud, luego recorrí el cuarto con
la mirada.
"¡Daynara!
¿ya llegó tu papá?" él era el único que traía llave del cuarto, "no
ma" me gritó ella ya desde la sala. me inquieté, mis hijas no tenían
costumbre de hacer ese tipo de bromas, aunque una nunca sabe con qué te van a
salir. Me puse mi viejo short, me acerqué a la cama para tomar con las manos
mis chanclas, con precaución pensando en la posibilidad de que se hubiera
metido otro animal, y miré hasta donde pude en esa posición debajo de la cama.
Sólo veía hasta la mitad pero no quise husmear más, me invadió el natural temor
ante la posibilidad de que hubiera una rata.
Salí y cerré la
puerta tras de mí, "¿dónde está Leticia?" le pregunté a Daynara quien
veía la tele con aristeo en su regazo, en la cocina, mírala, me dijo indicando
con el dedo sin despegar la mirada de la tele, "¿alguien de ustedes entró
a mi cuarto mientras me bañaba?"
Leticia venía ya
con un bocado en un platito, "no ma, yo no". Daynara me miró un poco
inquieta y me dijo que ella tampoco, "¿por qué?" me preguntó, le iba
a contestar cuando escuchamos que entraba mi marido. Mis hijas lo recibieron
con apapachos como suelen, yo le sonreí desde el sillón donde ya me había
sentado a secarme el pelo. "¿Cenas?" le pregunté cuando se acercó a
besarme, si, pero antes me doy un baño. Me fui detrás de él y cuando abría la
puerta de la recamara le dije casi en susurros "checa, parece que se metió
un animal". Un escalofrío me recorrió la espalada cuando lo dije, creo que
en ese momento comprendí cabalmente que esa posibilidad era ya un hecho.
Mi marido me
hizo montón de preguntas cuando ya estábamos adentro del cuarto, yo le platiqué
detalladamente y luego se puso a buscar por todo el cuarto. ¿segura? me
preguntaba a cada rato, movimos muebles, ropa, colchón, todo. Movimos todo,
absolutamente todo en el cuarto, "¿se puso haber metido por algún
agujero?" le pregunté y él me contestó que no, que no había un solo lugar
donde se pudiera haber metido una rata mucho menos un gato. "¡Daynara, Leticia!"
le gritó a mis hijas, "a ver" les preguntó cuando entraron, se
notaban ya asustadas, "digan la verdad, ¿le hicieron una broma a tu
mamá?"
Las dos negaron
con firmeza y hasta con cierta indignación, "ni siquiera tengo llave
ma" dijo Leticia y Daynara la secundó, "estuvimos las dos en la sala
y en la cocina mientras te bañabas ma, ¿segura que sentiste eso?"
Yo ya no sabía
que pensar, miré al piso para tratar de recordad todo lo sucedido, me
preguntaba si es que estaba alucinando, me daba miedo estar enferma de la
cabeza. Vi que aristeo asomó la cabeza por la puerta, venía de la sala, súbitamente
los pelos de su lomo se erizaron mientras veía hacía mi cama, su cara mostró el
típico gesto de agresividad que hacen los gatos cuando algo los asusta, giré mi
cara hacia donde veía él y de pronto vi, vimos, un rayo de sombra salir de
debajo de la cama, cruzar el cuarto y dirigirse hacia la sala. Todos gritamos
espantados, aristeo saltó un metro en el aire para evitar cualquier contacto
con esa cosa amorfa, y digo amorfa ya que ninguno de los cuatro pudimos ver más
que una ráfaga grisácea.
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