viernes, 16 de noviembre de 2012

Valati



Muchos pensaran, al leer estos hechos, que no hay necesidad de tanto esfuerzo si se desea tener emociones en la vida. Basta con comprar o diseñar un escenario virtual y vivirlas ahí, mientras se está en suspensión o se confina la mente en algún contenedor, o si no se desea perder total contacto con el mundo real, vivirlas mientras se duerme. Pues bien, Mitsfi no gustaba de vidas virtuales. A pesar de que la mayoría de sus conciudadanos elegían esa forma de vida, a él le gustaba sentir que sus pies tocaban piso real, que respiraba aire verdadero y que algo no programado pudiera suceder, por ejemplo que las cosechas no resultaran lo suficientemente abundantes o que el licor obtenido no tuviera las cualidades óptimas. Claro que en ocasiones se conectaba al virtual y vivía alguna fantasía, o simplemente visitaba a alguna amistad o familiar que estuviera siempre, o casi siempre, en el virtual.
Por eso es que eligió viajar y laborar en otros planetas sin dejar su mente activa en el suyo, ni siquiera se planteó la posibilidad de dejar un clon, ni virtual ni en la realidad, ya que estaba seguro que ese individuo estaría inquieto, siempre preguntándose cómo le estaría yendo al otro que viajaba y conocía cosas nuevas. Situaciones que, por cierto, son materialmente imposibles de reproducir en un mundo virtual, por azarosas.
Mitsfi mismo relata en su autobiografía:
“De entre nuestra gente pocos son los que viajan más allá del sistema solar, y de esos pocos, la mínima parte, viaja más allá de cien años luz de distancia. Cambiar el lugar de residencia a una estrella vecina, por ejemplo a una cuyos mundos han sido adecuados para ser colonizados, no tiene costo de ningún tipo, porque se desea, y la administración hace lo posible, para que haya más población. Pero viajar a un sistema solar de otra civilización, le cuesta a un individuo común algo así como diez años de labor. Algunos pueden hacerlo gratuitamente porque son diplomáticos, artistas, especialistas en ciencias o competidores.”
Esta reclusión voluntaria en los mundos virtuales, desinformación, o simplemente por desinterés, impide que la mayoría conozca muchas cosas acerca de la galaxia. Si se le pregunta a la gente común cuántas civilizaciones existen, dos de cada diez dirán que quince o veinte. Otros mencionaran que son alrededor de cien mil. Muy pocos saben que es un aproximado de veinticinco mil. Tampoco es de conocimiento general que de esas veinticinco mil, el veinte por ciento no se comunican con las demás, ni siquiera con las más cercanas y que otro veinticinco por ciento son civilizaciones emergentes.
Saber o comprender estos temas requiere cierto grado de especialización en historia, ciencias, sociología, entre otras disciplinas. O dedicarse por ejemplo a oficios como la supervisión de ingeniería planetaria. Los que se dedican a ello inspeccionan el trabajo que hacen los robots y los androides cuando habilitan un planeta para volverlo apto para la colonización, y por lo tanto viajan más que la gente promedio.
Mitsfi decidió dedicarse a esta profesión y le fue bien. Conoció varios mundos, trabajó tal como gustaba: hasta agotarse físicamente, tuvo trato con diversos tipos de personas y conoció acerca de temas de los que ignoraba totalmente.
“Me enamoré de los viajes espaciales luego de un paseo turístico que hice al mundo origen de nuestra civilización. Nací en un planeta que en realidad es un satélite de un gigante gaseoso de nuestro sistema. Fue un viaje corto en duración, pero que me causó honda impresión. Antes de eso, vivía de manera bucólica en una casa cerca del mar y nunca había viajado fuera de mi planeta a pesar de que, como bien se sabe, todos tenemos derecho a un viaje interplanetario gratuito dentro del mismo sistema solar cada cinco años”.
Me enteré de estos sucesos de la vida de Mitsfi luego de leer una noticia acaecida hace unos trescientos años patrón galáctico, donde se informa de una inspección realizada a una civilización emergente, lo cual es hasta cierto punto peculiar ya que por lo general primero se les contacta, a ese tipo de sociedades, por medio de la forma de comunicación que dominan tecnológicamente. Escrutando en la Fuente, descubrí varios documentos y bitácoras que relatan lo ocurrido. Todos los extractos a continuación los tomé de la bitácora de Mitsfi y de su autobiografía.
“Me decidí por ese oficio luego de descartar otros ya que, aunque me permitían viajar también constantemente, me parecieron carentes de emoción. Luego de estudiar teoría e implantarme experiencias que encontré en la Fuente, hice solicitud en la academia, la cual estaba en otro planeta también dentro de nuestro sistema. Después de ser aceptado me dirigí a una dependencia local para guardar algunos objetos que más estimaba y mi perfil.”
Mi propiedad y el resto de mis pertenencias, las deje a disposición de la administración local ya que no pensaba volver pronto. El examen práctico fue difícil. Tuve que hacer caminatas en planetoides y en Lúsaris, nuestro planeta rocoso más grande, dentro de un traje presurizado; además de los consabidos despegues y descensos. A pesar de las fatigas y los estragos físicos logré obtener, junto a dos compañeros más, el título de supervisor de ingeniería planetaria; poco después obtuve una plaza en el sistema solar Uvain, a diecisiete años luz de distancia del nuestro, sistema que en ese tiempo apenas comenzábamos a colonizar.
Uno de esos asuntos que interesó a Mitsfi durante sus años de labor, fue el de los virus. Cuando Mitsfi se enteró de ese tema su asombro fue mayúsculo: no imaginaba la existencia de seres que infectan a civilizaciones indefensas, por ser jóvenes, para obligarlas a utilizar su esfuerzo y sus recursos en beneficio propio. Supo también que había afanes significativos de algunas asociaciones para detectar y tratar de eliminar la infección o disminuir sus consecuencias. Para ello, incluso personal capacitado se trasladaba hasta el planeta infectado, aunque ello implicara viajar hasta el otro extremo de la galaxia. Esta información definió su próxima meta.
Mitsfi no se desalentó al enterarse que el entrenamiento era largo, cinco años (actualmente es de ocho), ni que fuera mayormente en simuladores virtuales. Quería aprender y luego desplegar actividades detectivescas, le gustaba la emoción de pasar inadvertido y además la posibilidad de conocer una civilización joven, o apenas naciente a la tecnología, aunque existiera la posibilidad de que estuviese infectada.
            “Tuve que pedir ayuda de la administración para poder asistir a la sede de la asociación donde se imparte el adiestramiento, ya que la más cercana estaba a mil quinientos años luz de distancia. Ir a un mundo que ha sido habilitado para otro tipo de seres es ciertamente complicado, ya que uno debe adquirir las características físicas de los huéspedes, no tanto para no causar una fuerte impresión por la apariencia, sino para poder respirar la mezcla de gases imperantes. También debe uno poder digerir los alimentos y soportar la fuerza de gravedad ya sea esta menor o mayor que la propia.”
Mitsfi comenzó sus entrenamientos casi de inmediato en los escenarios virtuales, la primera fase consistía en aprender a sobrevivir sin ayuda y casi exclusivamente con recursos colectados por uno mismo, y a interactuar con nativos simulando ser uno de ellos. El grado de dificultad de esta última actividad aumentaba según transcurrían los ejercicios y los meses. Los nativos virtuales se volvían cada vez más recelosos y por lo tanto más inquisitivos. En el último año se debía determinar si una civilización estaba infectada y saber qué hacer en ese caso. Ya en este punto, los nativos, infectados o no, desplegaban toda una serie de artificios para lograr que los  futuros  recabadores y analistas cometieran errores que los expusieran.
“Cometí dos errores en el último año. En uno, concluí erróneamente que la civilización estaba infectada; en el otro, me dejé impresionar por un infectado astuto y marrullero. Por eso me tomó por sorpresa que casi inmediatamente después de terminar mi capacitación se me invitara a una misión a un mundo ubicado a quince mil años luz del planeta principal de la civilización que me alojaba”
Quisiera puntualizar en algo antes de continuar, la gente está tan acostumbrada a viajar cortas distancias en su propio sistema solar, que olvida que para trasladarse a más de medio año luz de distancia se utilizan estaciones receptoras-emisoras, la información completa de un individuo fluye entre ellas y se puede integrar, ya en el destino final, en un cuerpo biológico o receptáculo cibernético según sea la preferencia de cada quien. Si no existe en una región del espacio una estación receptora, hay que construirla para poder llegar ahí, para ello se utiliza la técnica comúnmente llamada de Emisión Controlada, que no es otra cosa que enviar partículas que, por su tamaño, puedan ser lanzadas por encima del espacio hacia alguna región donde haya suficiente materia, nebulosas por ejemplo, que logre ser estimulada para la construcción de un “embrión”, como se le conoce también en lenguaje no científico. Este embrión, luego de desarrollarse agrupando la materia circundante durante aproximadamente unos diez días, es capaz de enviar una emisión, como la que lo creó, hacia otra región de características similares y se repite el proceso hasta que se arriba por fin al sistema solar que se desea visitar. Esta serie de embriones eventualmente se convierten, utilizando el mismo proceso de desarrollo, en estaciones receptoras y emisoras de información mucho más compleja, lo que permite el traslado de seres vivos. El último instrumento, el que se forma en el sistema solar objetivo, es capaz también de crear otros tipos de objetos, por ejemplo un vehículo que pueda viajar hacía la cercanía del planeta o a los planetas a explorar. Cuando Mitsfi fue invitado a participar en la exploración y análisis del planeta, ya todo el proceso, que había iniciado un año antes, había finalizado.
“El minúsculo vehículo que abordamos llegó a 400,000 mss del planeta, una distancia que permite emitir señales hacia la superficie y que a su vez es indetectable para ese nivel tecnológico. Aún no éramos cuerpos físicos, solo conciencias alojadas en receptáculos ya que para ello debíamos infiltrarnos. Desde el vehículo enviamos una señal capaz de modificar la materia de cierta zona del planeta, esto con el fin de crear pequeñísimos organismos los cuales tenían el objetivo de introducirse en la mente de diez nativos para convertirlos en huéspedes. La ventaja de adueñarse de la voluntad de un nativo, en vez de constituirse con la apariencia de ellos, es que no hay que crear registros, identificaciones falsas y todo un pasado para esas entidades; además de que se utilizan sus recuerdos y experiencia, y de que se conoce de primera mano si es que su voluntad ha sido alterada artificialmente. Los organismos cooptaron a diez individuos, dos hembras y ocho machos, los cuales vivían cerca unos de otros en un mismo pequeño conglomerado. Inmediatamente después que poseímos sus mentes comprendimos que existía la infección.”
Quien haya llegado a este punto del texto, quizá se pregunte qué sentido tiene conocer las peripecias de quienes viajan por media galaxia para combatir a estos bichos espaciales.
Mi interés por sacar a la luz estos hechos es porque este asunto de los virus es casi desconocido para la mayor parte de nosotros, pero no por ello carece de importancia. Se piensa que casi el diez por ciento de las civilizaciones emergentes resultan contaminadas, lo que deriva, en casi el ochenta por ciento de las veces, en su desaparición, ya que los virus no solo consumen, para poder reproducirse, casi la totalidad de los recursos naturales de esa civilización, sino que los individuos, carentes de más motivación que la de trabajar obsesivamente para alcanzar los objetivos impuestos, deja de reproducirse, y si lo anterior no fuera suficiente, caen, luego de alcanzada la meta, en un letargo tal que dejan incluso de producir alimentos.
A partir de ahora comenzaré a incluir también extractos de las bitácoras que realizó Mistfi durante la misión:
“Tiempo Transcurrido: 0.166739 de un año patrón.
30 días locales después de habernos infiltrado (0.0714675 de un año patrón), recibimos los permisos de la administración local (Para ello, tuvimos que modificar la voluntad de algunos funcionarios) para poder trabajar donde parece haber mayores indicios de actividad subterránea. En este momento ya se ha recabado el 15.7341% de la información genética de todos los seres vivos de este mundo y ya se conocen las variables climáticas en un 73.9863%…”
“Todos los nativos simulan despreocuparse de nuestra presencia, son amables pero reservados, tienden a asumir una actitud intencionadamente fría, pero luego de un par de horas de tener contacto con alguno de ellos al lugar llegan agentes policiales para verificar nuestro estatus. Los agentes se limitan a hacer preguntas de manera hosca. Sus miradas, aunque inquisitivas, reflejan fastidio. Esa actitud es la de esperarse en los agentes de bajo rango. Lo que nos ha llamado la atención es la presencia constante en nuestras expediciones de una hembra nativa cuya conducta al principio nos pareció la indicativa de un agente especializado.”
De lo que he aprendido al profundizar en el tema de los virus, es que utilizan mecanismos para evitar que civilizaciones más avanzadas los detecten o para tratar de reconocer lo más pronto posible a los infiltrados. Uno de esos mecanismos es el usar a los propios infectados para detectar conductas o hechos fuera de lo común.
45 días locales después de habernos infiltrado.
La nativa, que se hace llamar Maolu, se reúne con nosotros desde muy temprano por la mañana y solo se retira ya entrada la noche. Nada de lo que hacemos es a tal grado evidente como para revelar nuestra verdadera naturaleza, pero sí constituye un cierto grado de dificultad dado que debemos ser muy discretos en la forma en que nos comunicamos. Maolu no muestra ningún tipo de actitud conocida ni siquiera por los veteranos de nuestro grupo. Nos ha dicho claramente que es una agente policial de rango relativamente importante a nivel local. Es inquisitiva en cuanto a las supuestas investigaciones que realizamos. Hemos actuado tal y como lo haría un grupo enviado por algún alto funcionario, esto es, con actitud tediosa y falta de ánimo. Como si solo quisiéramos cumplir un trámite engorroso, pero aun así ella insiste en acompañarnos.”
Los virus perciben si la civilización sometida ha emitido con anterioridad señales de radio y de microondas al espacio. Es por ello que no cancelan esas emisiones para no alertar a quienes se dedican a detectar, de entre los nuestros, a civilizaciones emergentes. Sin embargo, pocas veces, según la información disponible en la Fuente y en otros archivos a los que tuve acceso, los virus han tenido éxito cuando han tratado de disimular su presencia. Los cambios sociales son generalmente tan radicales que inmediatamente causan sospecha de los vigías. La estación receptora que detectó a esta civilización, estaba ubicada a setenta años luz de distancia, eso significa que ese planeta fue detectado setenta años después de que emitieran las primeras transmisiones cuya potencia les permitiera salir fuera de su atmosfera. Eso activó un mecanismo en la receptora el cual envió partículas a las afueras de ese sistema solar, a unas seis horas luz de distancia de su estrella, las cuales estimularon a la materia circundante para crear a su vez una emisora que pudiera enviar de regreso las señales de radio y microondas, convertidas en partículas, también por encima del espacio, de esa forma se pudieron obtener informes de ese mudo con solo diez horas de retraso.
“Desde que Maolu nos acompañaba, ya ningún otro agente local se acercaba a nosotros, alguno de mis compañeros se lo hizo notar en una charla casual.
− Yo soy la agente principal de esta zona, no es necesario que venga alguien más, − contestó con actitud y sonrisa amable. Sabíamos por entrenamiento algunos, por experiencia otros, que un agente especializado puede actuar de manera diferente a cómo actúa el resto de la población, pero siempre ocultando su verdadera identidad, la cual no se muestra ni siquiera intentando analizar su mente. Maolu no ocultaba su cargo. Su actitud en general era serena y conversaba con nosotros de diversos temas, sin tratar de  inquirir más allá de la labores que realizábamos.”
Cuando se comprueba la contaminación, los especialistas se avocan a dos actividades principales: detectar los lugares donde se construyen los contenedores para conocer su grado de avance y a obtener la mayor cantidad posible de información genética de todos los seres vivos, y de las características del planeta. Esto segundo es por varios motivos que creo hay que explicar con detalle. Cuando la infección es reciente, cuatro o cinco años patrón galáctico, es posible evitar que toda una nueva generación de nativos nazca infectada. Si se logra esto, entonces hay una gran probabilidad de que se pueda restablecer el orden anterior a la infección. De lo contrario, habría que destruir a la mayoría de las especies y luego reubicarlas, ya saneadas, en otro mundo cuyas características sean lo más parecidas a las de su mundo origen.
“48  días locales después de la infiltración
Hemos logrado recopilar la información genética del 69% de las especies nativas. Conocemos los patrones climatológicos en un 90%, las variables gravitatorias locales y las causadas por los objetos masivos cercanos ya en un 100%.
Hemos localizado también un reducto donde hay actividad fabril cerca de esta zona, eso podría indicar que estamos en el lugar correcto. Nuestros microorganismos continúan en búsqueda del subterráneo. Hay ya pocos lugares por inspeccionar, por lo que creemos que pronto lo encontraremos.
Ayer por la noche dialogamos de Maolu. No hemos llegado a algún consenso acerca de permitirle seguir acompañándonos o no. Opol, el más veterano de nosotros, ha propuesto una teoría, piensa que posiblemente ella, y quizá otros más, han conservado su propia voluntad a pesar de la infección. Verdum, el más experimentado en detección de agentes especiales, piensa que quizá esta cepa está capacitada para crear personalidades con las características de Maolu. En lo personal, no sé cómo deberíamos reaccionar. Ella siempre se ha mostrado amistosa y amable, y su actitud en general es alegre y desenfadada. Aunque es imposible evitar suspicacias ya que, por lo general, la gran mayoría de los individuos infectados se comportan de manera apática e indiferente, y se dedican mayormente a trabajar para consolidar el proyecto de los virus. Solo los agentes especiales se distinguen por vivaces.”
Quizá fuera posible evitar llegar al extremo de causar hecatombes en planetas contaminados, si hubiera el apoyo material para poder instalar más receptoras en la galaxia. De esta forma se detectarían muchas más civilizaciones emergentes y se les podría vigilar para poder actuar lo más pronto posible en caso de contaminación, pero se carece del apoyo público debido al desconocimiento del tema. Además hay, entre los enterados, quienes se oponen a que se actúe contra los virus al considerar que tienen derecho a existir, argumentando que también son seres vivos. Desde que existen registros, se sabe que han existido los virus, pero nunca se ha hecho un esfuerzo a escala galáctica para erradicarlos o para al menos evitar que causen la destrucción de civilizaciones. De hecho, de muchas de las contaminadas jamás nos enteramos, ya sea porque no han desarrollado la tecnología para emitir señales que salgan de su planeta o porque no fueron detectadas antes de desaparecer por motivo de los virus.
Para ahondar en la historia, volveré a utilizar la biografía de Mistfi:
“Maolu solía pasar más tiempo conmigo.− Quizá está enamorada de ti, Mitsfi.− dijo Faís, nuestro especialista en interacción gravitatoria, quien había ocupado el cuerpo de una de las dos hembras.− ¿Qué opinas, Verdum, el amor podría hacer que un infectado pueda emanciparse?
Verdum continuó con la broma: −Es posible, pero también puede ser que se haya dado cuenta que Mitsfi es el menos experimentado de nosotros y trate de enamorarlo para sacarle información.
En una de nuestras charlas, Maolu me contó que gustaba de la literatura y en especial de la ciencia ficción.− Me encanta imaginar que hay otros mundos habitados en el universo y que hay seres más avanzados que pueden viajar entre las estrellas.−Yo le dije que posiblemente serían viajes muy largos, ya que es imposible viajar más rápido que la velocidad de la luz.− Bueno, es lo que nos dicen los científicos, − recalqué intentando mostrar titubeo.− Debe haber formas de poder hacerlo, imagínese que aburrido sería el universo si no pudiera ser explorado.       Luego de un rato de silencio continuó: − Aunque ya sabe lo que dicen también los científicos, que es difícil que se desarrolle la vida en otros mundos, que por esto o por aquello, pero yo creo que entre tantos y tantos mundos debe haber surgido la vida como aquí, ¿no le aburro?
− No, para nada, yo no sé mucho acerca de eso pero me parece interesante, − le dije mientras guardaba una muestra de agua, − y sí, creo también que sería un desperdicio de planetas si no hubiera vida allá afuera.
− Le voy a preguntar algo que a lo mejor le incomoda, − me dijo ella con seriedad, aunque no mostraba ningún signo de inquietud. − ¿No le molesta que todo esto que están haciendo ustedes no sirva para nada? Ya sabe, va a salir en las noticias y en los reportajes: ‘Investigación importante bla, bla, bla’, pero luego de eso, nada. Además, a nadie que yo conozca le importan estas cosas de investigación.
− Pues no, no me he puesto a pensar en eso, se lo aseguro, ya sabe, solo cumplo órdenes y con eso me basta, − le contesté mirándola a los ojos tratando de mostrarme un poco sorprendido por la pregunta.
− Además, ya nadie ve o escucha las noticias, ¿usted ve las noticias? −me preguntó repentinamente.
− Pues no, la verdad, me gusta más oír música.
Maolu dio un pequeño brinco hacía el piso desde la piedra donde estaba sentada, se acercó a mí y me dijo en actitud confidencial: − ¿Lo ve? ¿Nunca se ha preguntado qué caso tiene que pasen las noticias si ya a nadie le interesa? Todo mundo trabaja y escucha música, sólo eso.
“52  días locales después de la infiltración
Hoy comentamos la charla que sostuve con Maolu. Todos estuvieron de acuerdo en que el acertijo que ella significa se vuelve mucho más interesante. Opol nos ha mencionado que estudió hace tiempo el caso de una civilización en la que, a pesar de haber sido contaminada, muchos de sus miembros se resistieron a ser sometidos, incluso al grado de oponer resistencia armada hasta que la ayuda exterior llegó.
He investigado por mi cuenta esto que menciona Mitsfi en su bitácora y he descubierto que sólo dos casos se conocen con estas características. El que refiere Opol y este, el que me he empeñado en reseñar. Considero por ello que es importante hacer conciencia en cuanto a lo significativo que resultaría el invertir más en la pronta detección de civilizaciones emergentes. En lo particular, a mí me surgieron al menos dos preguntas que me inquietaron. Estas son: ¿Debemos seguir ignorando que la resistencia es posiblemente un fenómeno común en todas las civilizaciones sometidas? Y si es así, ¿es moralmente aceptable que abandonemos a su suerte a todos esos mundos que, por falta de organización y por lo tanto de inversión, nunca reciben nuestra ayuda?
Creo que es oportuno mencionar ahora la razón por la cual decidí centrarme exclusivamente en la autobiografía y en las bitácoras de Mitsfi para complementar los datos científicos. Mitsfi, como hemos visto, no era una persona común y corriente; fue alguien que aprendió a gustar de los viajes espaciales, no rehuía a la actividad física ardua y además, mostró que podía comprometerse de tiempo completo con las causas que consideraba justas.
Continúa la bitácora del día 52:
“Estudiaré ese caso, − dijo Diró, el encargado de los microorganismos. − Pero suponiendo que ella pertenece a algún tipo de resistencia, ¿por qué su interés en nosotros? ¿Será que sospecha de nuestra verdadera naturaleza?
Káiz, la líder de la misión comenzó a ordenar las ideas. − Es necesario pedir que se nos envíen los documentos que menciona Opol inmediatamente, − dijo mirando a Faís quien asintió. Luego se dirigió a Verdum: −Supongo que no hemos tenido éxito en penetrar su mente.
Verdum levantó la vista la cual había mantenido fija en la fogata, estaba encogido por el frío. −No, ya he utilizado los métodos con los que contamos.
Káiz se acercó y puso su mano en el hombro de él: − ¿Y la técnica que mencionaste, la que permite tomar su mente sin alterar su estructura esencial? Ya tengo los datos que pedí antier, pero tardare 6 días para formar las dispositivos. ¿Ya empezaste?, − preguntó ella, a lo que él asintió.
No podemos perder más tiempo, si es que existe algún tipo de resistencia, debemos conocer su alcance.”
De la autobiografía de Mitsfi:
“Hasta ese momento comprendí todas las implicaciones de que hubiese rebeldes, quizá pudiera desinfectarse al resto de la población sin necesidad de mudarla a otro lugar en la galaxia o, si no era posible la desinfección, permitir que los que habían mantenido el control de su voluntad se hicieran cargo del planeta luego de eliminar las manufactureras de contenedores y proyectiles.
Ese día, Opol propuso la estrategia a seguir: −Aparentemente ella ha dado un paso adelante, creo que el siguiente movimiento nos corresponde. Elaboraré una estrategia y la pondré a consideración, la podemos utilizar si vuelve a sostener una charla del mismo tipo con cualquiera de nosotros.”
La carencia de información que tuvo que sortear el grupo de Mitsfi no se ha resuelto todavía de manera significativa. Persiste una gran desconexión entre las asociaciones que se dedican a combatir a los virus y aunque gran cantidad de documentos están disponibles en la Fuente, la mayoría no están clasificados por lo que se dificulta enormemente el siquiera encontrarlos. Mi insistencia en la necesidad de lograr la creación de un organismo que pueda, no solo coordinar esfuerzos, sino también promover la participación de más civilizaciones, así como organizar la información disponible, no es solamente para facilitarle la labor a los recabadores, analistas y detectores de infección. Existen adicionalmente dos motivos muy poderosos que me impulsan a promover la creación de una entidad de este tipo, el más importante es que muchísimas mentes desaparecen cuando ya no es posible desinfectar. Hemos averiguado, por medio de los extractos de Mitsfi, que las civilizaciones que se destruyen durante el proceso, son replicadas en otro mundo; pero las personalidades individuales, los recuerdos, las trayectorias, las historias personales y grupales, e incluso las herencias genéticas, desaparecen totalmente. El otro motivo que pongo a consideración, es el enorme gasto que implica todo el proceso de recuperación. Es necesario, por ejemplo, encontrar un mundo yermo de tamaño y características similares al original, debe formar parte de un sistema cuya estrella tenga la edad y el tamaño adecuado, hay que habilitar el mundo y después mover el resto de los planetas del sistema para que incidan de manera parecida a como lo hacían los del sistema que vio nacer a la civilización, entre otras muchas adecuaciones.
“55  días locales después de la infiltración
Hemos encontrado hoy el subterráneo. Se han infiltrado ya nuestros microorganismos por lo que posiblemente mañana tengamos información acerca de los contenedores. Maolu vino ayer por la tarde. Me invitó a que la acompañara a dar una caminata por los alrededores. Quizá las bromas de mis compañeros no estén tan infundadas después de todo, pienso que seguramente percibe mi novatez.”
En la biografía de Mitsfi encontramos lo siguiente:
“Caminamos en silencio un buen rato por la parte alta de una pequeña colina que se extendía paralela a  un río. Le pregunté si había leído últimamente.
−Ya hace varios años que no he tenido tiempo para leer, − me dijo. La notaba seria y un poco distante.
− Maolu, he pensado en lo que me dijo la última vez que nos vimos, −le dije mirando a la punta de la vara que movía con mi mano para cortar de tajo hojas de pasto.
− ¿De verdad? No me haga mucho caso, a veces digo cosas sin sentido, − me contestó sonriendo ligeramente mientras su rostro se movía buscando algo en el ocaso.
− Mire, − dijo de pronto −ahí está saliendo Oliu-, ¿Lo ve? Es aquel de color rojo, es la época del año que sale a estas horas y por ese lugar.- Miré hacía donde ella señalaba.
− Cuénteme más acerca de eso del espacio y los viajes. − Me  miró gratamente sorprendida y mostrando a la vez una sonrisa que le iluminó el rostro.
− Oh, pues ¿qué más le puedo decir? Son ideas extrañas las mías. − Giró su cuerpo para caminar de espaldas, la imité casi de manera inconsciente.
− ¿Si viniera gente del espacio, como cree que serían ellos? − Le pregunté al mismo tiempo que trataba de conservar el equilibrio. Ella volteaba la cabeza para mirar donde ponía los talones y con los brazos intentaba balancearse: −Creo que serían iguales a nosotros. − Mis compañeros escuchaban todo lo que hablábamos, yo también me percataba de los comentarios que intercambiaban y atendía sus recomendaciones.− ¿Iguales a nosotros?− Ella había acelerado el paso y reía jubilosa de mi falta de habilidad para mantenerme decorosamente a su lado.
− Exactamente iguales, tan iguales que pocos, muy pocos, podrían detectarlos. − Se detuvo por fin y luego se recargó en un árbol respirando un tanto agitada, yo me incliné y apoyé las manos en los muslos para recuperar el aliento también, luego levanté el rostro y la miré a los ojos.
− Usted es agente policial y según nos ha contado, tiene amplia experiencia, dígame ¿cree que podría detectarlos?”
El equipo al que pertenecía Mitsfi bien pudo evitarse complicaciones y tomar el camino más sencillo, ya que ningún reglamento les obligaba a arriesgar todo el proyecto por la mera sospecha de que existieran nativos infectados no sometidos. Pudieron haberse evitado complicaciones también tomando el control de la mente de la nativa, pero eso hubiera destruido gran parte de la integridad y coherencia de su cerebro. Actualmente nuestra civilización ha desarrollado instrumentos portables y de fabricación mucho más sencilla para poder escrutar, sin dañar, la mente blindada de los infectados. En los tiempos de Mitsfi esa tecnología era posible conseguirla de civilizaciones más avanzadas que la  nuestra, pero el trámite era complejo y requería tiempo. ¿Por qué no llevaban esa herramienta? Porque ningún manual o protocolo mencionaba la posibilidad de que hubiera seres a quienes hubiera que proteger su mente.
“Se alisó las plumas con la mano, girando ligeramente la cabeza hacia su lado izquierdo. Su abundancia y la variedad en la coloración indicaban que estaba sana y joven; su piel se mostraba limpia, sus caderas amplias sugerían que podían dar a luz huevos grandes y sus dientes afilados revelaban que podía moler hasta la carne más dura con gran efectividad para sus crías.
− Sí podría detectarlos.−Me dijo ella luego de un par de minutos.− Le revelaré algo ya que me parece que usted es de confiar. Uno de mis pasatiempos que casi nadie conoce, es el de imaginar qué actitudes evidenciarían a alguien que fuera alienígena. Abrí los ojos mostrando profunda sorpresa.− Ya sé que es una rareza, por eso la mantengo en secreto, − sonrió mirando al piso y comenzó a caminar. Hice lo mismo poniéndome a su lado.
− No me malinterprete por favor, − le dije −no la juzgo en ningún sentido, sólo que me ha tomado por sorpresa, dígame, ¿Por qué le llama la atención ese pasatiempo en particular? ¿Es algo relacionado con la ciencia ficción?
− ¿Qué edad tiene usted? − Me preguntó, luego que le contesté, continuó− ¿Se acuerda cómo era todo antes de la dictadura?
− Había decadencia moral, − le dije, − había desorden social, la gente… − Ella me interrumpió: −No le estoy pidiendo que me recete el discurso de siempre, mire el río, está lleno de basura, ¿Alguien protesta, alguien hace algo? Nuestra ropa es fea y se deshilacha casi en la primera puesta, nuestras casas se deterioran porque ya no hay quien fabrique para repararlas. La gente ya no hace deportes, ya no hace arte, ya no hay científicos, espere...− me dijo ante mi ademan de protesta. − Ustedes no están haciendo ciencia, están recabando información que a nadie interesa, ¿O de verdad piensa que sus estudios servirán para que los burócratas ordenen limpiar el río y el lago?− Guardé silencio para dejarla continuar.− Todo se nos ha vuelto un desastre y tiende a empeorar, de hecho ha empeorado desde que tengo uso de razón, ya ve, hasta las pocas que han parido, han tenido que empollar en la tierra cómo en la antigüedad. Pienso que algo no está bien, pienso que nos ha sucedido algo muy malo en algún momento y que no podremos superarlo.”
Las civilizaciones que son sometidas por los virus, se tornan insensibles con el transcurrir del tiempo. Todo el esfuerzo de sus integrantes se orienta para la construcción de los contenedores y proyectiles. Las actividades que hacen funcionar a una sociedad van poco a poco disminuyendo, pero no surge el caos ni la insurrección ya que todas las mentes están controladas. Las instituciones también desaparecen, ya no se apagan los fuegos, ya no se cura a la gente, ya no se le instruye. Todo aquel que esté en edad, trabaja en la agricultura o en las fábricas que surten a las armadoras de contenedores. La policía solo existe para detectar alienígenas, ya que hasta el desorden deja de existir.
“55  días locales después de la infiltración
En el subterráneo que descubrimos hay ya cerca de dos mil contenedores terminados. Calculamos que existen al menos doscientos subterráneos más, repartidos estratégicamente en todos los continentes. La construcción de contenedores va aparejada con la de proyectiles, por lo que pudimos inferir que al menos en esta zona, ya hay 20 proyectiles terminados. La decisión de acelerar el asteroide está en el aire aun. Todos opinamos que para Maolu es una certeza nuestra verdadera naturaleza, se ha decidido por consenso que yo hable con ella abiertamente ya que el instrumento que permitiría acceder a su mente sin dañarla tardara en estar listo 5 días locales más. Maolu no ha venido esta mañana, por lo que iré a que buscarla en su oficina.”
El método más común para eliminar a una sociedad contaminada es por medio del choque de un asteroide contra el planeta que la aloja. De esta forma se asegura la desaparición de la mayor parte de su infraestructura, además de que permite, si se realizan los cálculos adecuados, que sobrevivan los seres más pequeños, de los cuales podría evolucionar la próxima especie inteligente del planeta.
“-Me dijeron que me buscó, se le veía alegre, además vestía de manera informal. Ya la habíamos detectado desde un par de cientos de rtss por lo que yo la esperaba sentado en una piedra bajo un árbol. No contesté nada, le sonreí y me levanté para que ella se sentara; luego me acuclillé, apoyando una rodilla en el piso, frente a ella.− Usted ya sabe qué es lo que somos, ¿me equivoco? Ella se pasaba el pequeñísimo cepillo por las plumas al tiempo que se mostraba jubilosa y radiante,
− Disculpe, me acabo de lavar. No, no se equivoca. - Ya no importaba mucho que ella fuera o no agente especial, si lo fuera podríamos detectar en su mente la emoción que indicara que nos iba a delatar y empezaríamos a actuar de inmediato. Si no lo era, quizá ella nos daría la clave para poder iniciar la desinfección luego de nulificar a los encargados del lanzamiento de los proyectiles.
− Voy a ir al asunto sin preámbulos, le dije, -sus congéneres han sido infectados por lo que nosotros llamamos un virus, este ha logrado dominar, aparentemente, la voluntad de todos.
− ¿Dice que aparentemente? − Me preguntó sin mirarme a los ojos.
− Usted está infectada también, pero no parece que su voluntad haya sido sometida. − Seguía alisando sus plumas con el cepillo, pero ahora su semblante mostraba cierta gravedad.
− Supongo que espera que le diga si hay más como yo. − Le pedí que me dejara explicarle qué es lo que hacíamos y lo que considerábamos prioritario en ese momento y las consecuencias de lo que acordáramos mis compañeros y yo, luego la escucharía.
− Es increíble, − dijo ella cuando terminé, se quedó callada un par de minutos y después continuó: −De una manera u otra ya percibíamos que esto no era normal, al principio veíamos como las personas cambiaban asombrosamente su forma de pensar de un día para otro; nos preguntábamos también cual era la razón de que el régimen emitiera video y radio mostrando sucesos inexistentes, como si todo fuera normal, como antes ¿para que fingen? Decíamos, ¿a quién querían engañar si nadie ya de los nuestros sintoniza las emisoras?, entonces alguien propuso que quizá temían que otros se enteraran. Sí, hay más, otros que tampoco obedecen al régimen y que se dedican, al igual que yo, a tratar de detectar a quienes vendrán a ayudarnos, o sea, a ustedes
-¿Y tiene usted idea de cuantos podrían ser?
- En este estado, o sea, lo que antes era nuestro país, unos quinientos.
-¿Y han podido convencer a otros, volverlos contra el régimen? No, hemos intentado prácticamente todo, pero no hay manera, toda la gente se volvió extremadamente dócil, como si ya no tuvieran voluntad propia. A veces pienso que ya ni siquiera están vivos.
Mis compañeros estaban al tanto de lo que hablábamos ella y yo, y yo a la vez de lo que ellos opinaban al respecto. − Me temo que no será posible revitalizar su civilización en este mismo mundo. –
El resto del día y durante toda la noche hablamos de lo que iba a suceder, ella me preguntaba acerca de posibles alternativas y yo le explicaba lo más detalladamente posible por qué no eran viables. Lloraba a veces.
− Yo no tengo muchos lazos afectivos, los perdí cuando hace años nos llevaron a varios niños al bosque para tratar de impedir que nos pasara lo que le estaba pasando a todo el mundo. Pero me da tristeza que lo nuestro vaya a desaparecer, nuestra historia, nuestra cultura, aunque me diga que nuestra especie va a existir en otro mundo.”
“92 días locales después de la infiltración
“El asteroide chocara mañana a medio día. Esta conciencia que ha ocupado este cuerpo se quedara a morir con los demás habitantes, a un lado de la Maolu que se quedara aquí. La esencia, conocimientos y razón de más de siete mil individuos, entre ellos Maolu, han empezado a ser enviados ya al sistema solar de donde partimos para esta misión. Ahí elegirán cómo y donde deberá ser integrado su cuerpo después de recibir la información necesaria. El estado de ánimo de Maolu ha mejorado con el paso de los días, esta tarde le he mencionado que, según los cálculos de Faís, existe un 65 por ciento de probabilidades de que la próxima especie dominante sea descendiente de unos pequeños seres cuya característica principal es que las hembras amamantan a sus crías, -Qué irónico, - me dijo sonriendo y moviendo la cara de un lado a otro, - Siempre decíamos medio en broma que si llegara a suceder una hecatombe, esos seres sucios y molestos serían los que sobrevivirían.
Maolu y Mitsfi colaboraron en buscar y habilitar el sistema solar que su cultura ocuparía en el futuro, trabajaron en ello y vivieron juntos durante el resto de su vida. El proceso no ha terminado, tomará miles de años para que la especie logre el nivel cultural y tecnológico que tuvieron justo antes de la infección. Ellos sabrán lo que ocurrió, recordaran también su historia, sus héroes, sus triunfos y sus fracasos. Deberán decidir, entre otras muchas cosas, si usaran para su nuevo planeta el nombre de su mundo original: Valati (Vali: hijo, Eati: cobijo) Valati, I Cor Espe (Valati, Nuestro Mundo Azul). En cuanto a Valati, apenas se empieza a recuperar del impacto del asteroide. Tal como se previó, han sobrevivido las especies más pequeñas. Están infectadas, pero sus pequeñísimos cerebros no están capacitados para continuar la labor que predispone la infección y, con el paso de los milenios, sus organismos absorberán al virus sin mayores consecuencias. Todavía en estos momentos hay microorganismos nuestros trabajando ahí, programados para buscar y disolver los restos óseos más antiguos de la que fue la especie dominante. Tal vez algún día, cuando la nueva civilización haya madurado lo suficiente, podría ser informada de lo sucedido. Termino esta crónica con el sincero deseo de que sea útil para que haya más conciencia acerca de lo que sucede en nuestra galaxia, y que ayude también para lograr un consenso entre nuestras civilizaciones que permita evitar este tipo de acontecimientos en las civilizaciones infectadas.

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