Muchos pensaran, al leer estos hechos, que no hay necesidad de tanto
esfuerzo si se desea tener emociones en la vida. Basta con comprar o diseñar un
escenario virtual y vivirlas ahí, mientras se está en suspensión o se confina
la mente en algún contenedor, o si no se desea perder total contacto con el
mundo real, vivirlas mientras se duerme. Pues bien, Mitsfi no gustaba de vidas
virtuales. A pesar de que la mayoría de sus conciudadanos elegían esa forma de
vida, a él le gustaba sentir que sus pies tocaban piso real, que respiraba aire
verdadero y que algo no programado pudiera suceder, por ejemplo que las
cosechas no resultaran lo suficientemente abundantes o que el licor obtenido no
tuviera las cualidades óptimas. Claro que en ocasiones se conectaba al virtual
y vivía alguna fantasía, o simplemente visitaba a alguna amistad o familiar que
estuviera siempre, o casi siempre, en el virtual.
Por eso es que eligió viajar y laborar en otros planetas sin dejar su
mente activa en el suyo, ni siquiera se planteó la posibilidad de dejar un clon,
ni virtual ni en la realidad, ya que estaba seguro que ese individuo estaría
inquieto, siempre preguntándose cómo le estaría yendo al otro que viajaba y
conocía cosas nuevas. Situaciones que, por cierto, son materialmente imposibles
de reproducir en un mundo virtual, por azarosas.
Mitsfi mismo relata en su autobiografía:
“De entre nuestra
gente pocos son los que viajan más allá del sistema solar, y de esos pocos, la
mínima parte, viaja más allá de cien años luz de distancia. Cambiar el lugar de
residencia a una estrella vecina, por ejemplo a una cuyos mundos han sido
adecuados para ser colonizados, no tiene costo de ningún tipo, porque se desea,
y la administración hace lo posible, para que haya más población. Pero viajar a
un sistema solar de otra civilización, le cuesta a un individuo común algo así
como diez años de labor. Algunos pueden hacerlo gratuitamente porque son
diplomáticos, artistas, especialistas en ciencias o competidores.”
Esta reclusión voluntaria en los mundos virtuales, desinformación, o
simplemente por desinterés, impide que la
mayoría conozca muchas cosas acerca de la galaxia. Si se le pregunta a la gente
común cuántas civilizaciones existen, dos de cada diez dirán que quince o
veinte. Otros mencionaran que son alrededor de cien mil. Muy pocos saben que es
un aproximado de veinticinco mil. Tampoco es de conocimiento general que de
esas veinticinco mil, el veinte por ciento no se comunican con las demás, ni
siquiera con las más cercanas y que otro veinticinco por ciento son
civilizaciones emergentes.
Saber o comprender estos temas requiere cierto grado de
especialización en historia, ciencias, sociología, entre otras disciplinas. O
dedicarse por ejemplo a oficios como la supervisión de ingeniería planetaria.
Los que se dedican a ello inspeccionan el trabajo que hacen los robots y los
androides cuando habilitan un planeta para volverlo apto para la colonización,
y por lo tanto viajan más que la gente promedio.
Mitsfi decidió dedicarse a esta profesión y le fue bien. Conoció
varios mundos, trabajó tal como gustaba: hasta agotarse físicamente, tuvo trato
con diversos tipos de personas y conoció acerca de temas de los que ignoraba
totalmente.
“Me enamoré de los
viajes espaciales luego de un paseo turístico que hice al mundo origen de
nuestra civilización. Nací en un planeta que en realidad es un satélite de un
gigante gaseoso de nuestro sistema. Fue un viaje corto en duración, pero que me
causó honda impresión. Antes de eso, vivía de manera bucólica en una casa cerca
del mar y nunca había viajado fuera de mi planeta a pesar de que, como bien se
sabe, todos tenemos derecho a un viaje interplanetario gratuito dentro del
mismo sistema solar cada cinco años”.
Me enteré de estos sucesos de la vida de Mitsfi luego de leer una
noticia acaecida hace unos trescientos años patrón galáctico, donde se informa
de una inspección realizada a una civilización emergente, lo cual es hasta
cierto punto peculiar ya que por lo general primero se les contacta, a ese tipo
de sociedades, por medio de la forma de comunicación que dominan
tecnológicamente. Escrutando en la Fuente, descubrí varios documentos y
bitácoras que relatan lo ocurrido. Todos los extractos a continuación los tomé
de la bitácora de Mitsfi y de su autobiografía.
“Me decidí por ese
oficio luego de descartar otros ya que, aunque me permitían viajar también
constantemente, me parecieron carentes de emoción. Luego de estudiar teoría e implantarme
experiencias que encontré en la Fuente, hice solicitud en la academia, la cual
estaba en otro planeta también dentro de nuestro sistema. Después de ser
aceptado me dirigí a una dependencia local para guardar algunos objetos que más
estimaba y mi perfil.”
Mi propiedad y el
resto de mis pertenencias, las deje a disposición de la administración local ya
que no pensaba volver pronto. El examen práctico fue difícil. Tuve que hacer caminatas
en planetoides y en Lúsaris, nuestro planeta rocoso más grande, dentro de un
traje presurizado; además de los consabidos despegues y descensos. A pesar de
las fatigas y los estragos físicos logré obtener, junto a dos compañeros más,
el título de supervisor de ingeniería planetaria; poco después obtuve una plaza
en el sistema solar Uvain, a diecisiete años luz de distancia del nuestro,
sistema que en ese tiempo apenas comenzábamos a colonizar.”
Uno de esos asuntos que interesó a Mitsfi durante sus años de labor,
fue el de los virus. Cuando Mitsfi se enteró de ese tema su asombro fue mayúsculo:
no imaginaba la existencia de seres que infectan a civilizaciones indefensas,
por ser jóvenes, para obligarlas a utilizar su esfuerzo y sus recursos en
beneficio propio. Supo también que había afanes significativos de algunas
asociaciones para detectar y tratar de eliminar la infección o disminuir sus
consecuencias. Para ello, incluso personal capacitado se trasladaba hasta el
planeta infectado, aunque ello implicara viajar hasta el otro extremo de la
galaxia. Esta información definió su próxima meta.
Mitsfi no se desalentó al enterarse que el entrenamiento era largo,
cinco años (actualmente es de ocho), ni que fuera mayormente en simuladores
virtuales. Quería aprender y luego desplegar actividades detectivescas, le
gustaba la emoción de pasar inadvertido y además la posibilidad de conocer una
civilización joven, o apenas naciente a la tecnología, aunque existiera la
posibilidad de que estuviese infectada.
“Tuve
que pedir ayuda de la administración para poder asistir a la sede de la
asociación donde se imparte el adiestramiento, ya que la más cercana estaba a mil
quinientos años luz de distancia. Ir a un mundo que ha sido habilitado para
otro tipo de seres es ciertamente complicado, ya que uno debe adquirir las
características físicas de los huéspedes, no tanto para no causar una fuerte
impresión por la apariencia, sino para poder respirar la mezcla de gases
imperantes. También debe uno poder digerir los alimentos y soportar la fuerza
de gravedad ya sea esta menor o mayor que la propia.”
Mitsfi comenzó sus entrenamientos casi de
inmediato en los escenarios virtuales, la primera fase consistía en aprender a
sobrevivir sin ayuda y casi exclusivamente con recursos colectados por uno
mismo, y a interactuar con nativos simulando ser uno de ellos. El grado de
dificultad de esta última actividad aumentaba según transcurrían los ejercicios
y los meses. Los nativos virtuales se volvían cada vez más recelosos y por lo
tanto más inquisitivos. En el último año se debía determinar si una
civilización estaba infectada y saber qué hacer en ese caso. Ya en este punto,
los nativos, infectados o no, desplegaban toda una serie de artificios para lograr
que los futuros recabadores y analistas cometieran errores que
los expusieran.
“Cometí dos errores en
el último año. En uno, concluí erróneamente que la civilización estaba
infectada; en el otro, me dejé impresionar por un infectado astuto y
marrullero. Por eso me tomó por sorpresa que casi inmediatamente después de
terminar mi capacitación se me invitara a una misión a un mundo ubicado a quince
mil años luz del planeta principal de la civilización que me alojaba”
Quisiera puntualizar en algo antes de continuar, la gente está tan
acostumbrada a viajar cortas distancias en su propio sistema solar, que olvida que
para trasladarse a más de medio año luz de distancia se utilizan estaciones
receptoras-emisoras, la información completa de un individuo fluye entre ellas
y se puede integrar, ya en el destino final, en un cuerpo biológico o
receptáculo cibernético según sea la preferencia de cada quien. Si no existe en
una región del espacio una estación receptora, hay que construirla para poder
llegar ahí, para ello se utiliza la técnica comúnmente llamada de Emisión
Controlada, que no es otra cosa que enviar partículas que, por su tamaño,
puedan ser lanzadas por encima del espacio hacia alguna región donde haya
suficiente materia, nebulosas por ejemplo, que logre ser estimulada para la
construcción de un “embrión”, como se le conoce también en lenguaje no
científico. Este embrión, luego de desarrollarse agrupando la materia
circundante durante aproximadamente unos diez días, es capaz de enviar una
emisión, como la que lo creó, hacia otra región de características similares y
se repite el proceso hasta que se arriba por fin al sistema solar que se desea
visitar. Esta serie de embriones eventualmente se convierten, utilizando el
mismo proceso de desarrollo, en estaciones receptoras y emisoras de información
mucho más compleja, lo que permite el traslado de seres vivos. El último
instrumento, el que se forma en el sistema solar objetivo, es capaz también de
crear otros tipos de objetos, por ejemplo un vehículo que pueda viajar hacía la
cercanía del planeta o a los planetas a explorar. Cuando Mitsfi fue invitado a
participar en la exploración y análisis del planeta, ya todo el proceso, que
había iniciado un año antes, había finalizado.
“El minúsculo
vehículo que abordamos llegó a 400,000 mss del planeta, una distancia que
permite emitir señales hacia la superficie y que a su vez es indetectable para
ese nivel tecnológico. Aún no éramos cuerpos físicos, solo conciencias alojadas
en receptáculos ya que para ello debíamos infiltrarnos. Desde el vehículo
enviamos una señal capaz de modificar la materia de cierta zona del planeta,
esto con el fin de crear pequeñísimos organismos los cuales tenían el objetivo
de introducirse en la mente de diez nativos para convertirlos en huéspedes. La
ventaja de adueñarse de la voluntad de un nativo, en vez de constituirse con la
apariencia de ellos, es que no hay que crear registros, identificaciones falsas
y todo un pasado para esas entidades; además de que se utilizan sus recuerdos y
experiencia, y de que se conoce de primera mano si es que su voluntad ha sido
alterada artificialmente. Los organismos cooptaron a diez individuos, dos
hembras y ocho machos, los cuales vivían cerca unos de otros en un mismo pequeño
conglomerado. Inmediatamente después que poseímos sus mentes comprendimos que
existía la infección.”
Quien haya llegado a este punto del texto, quizá se pregunte qué
sentido tiene conocer las peripecias de quienes viajan por media galaxia para combatir
a estos bichos espaciales.
Mi interés por sacar a la luz estos hechos es
porque este asunto de los virus es casi desconocido para la mayor parte de
nosotros, pero no por ello carece de importancia. Se piensa que casi el diez
por ciento de las civilizaciones emergentes resultan contaminadas, lo que
deriva, en casi el ochenta por ciento de las veces, en su desaparición, ya que
los virus no solo consumen, para poder reproducirse, casi la totalidad de los
recursos naturales de esa civilización, sino que los individuos, carentes de
más motivación que la de trabajar obsesivamente para alcanzar los objetivos
impuestos, deja de reproducirse, y si lo anterior no fuera suficiente, caen,
luego de alcanzada la meta, en un letargo tal que dejan incluso de producir alimentos.
A partir de ahora comenzaré a incluir también
extractos de las bitácoras que realizó Mistfi durante la misión:
“Tiempo
Transcurrido: 0.166739 de un año patrón.
30 días locales
después de habernos infiltrado (0.0714675 de un año patrón), recibimos los
permisos de la administración local (Para ello, tuvimos que modificar la voluntad
de algunos funcionarios) para poder trabajar donde parece haber mayores
indicios de actividad subterránea. En este momento ya se ha recabado el
15.7341% de la información genética de todos los seres vivos de este mundo y ya
se conocen las variables climáticas en un 73.9863%…”
“Todos los nativos
simulan despreocuparse de nuestra presencia, son amables pero reservados, tienden
a asumir una actitud intencionadamente fría, pero luego de un par de horas de
tener contacto con alguno de ellos al lugar llegan agentes policiales para
verificar nuestro estatus. Los agentes se limitan a hacer preguntas de manera
hosca. Sus miradas, aunque inquisitivas, reflejan fastidio. Esa actitud es la
de esperarse en los agentes de bajo rango. Lo que nos ha llamado la atención es
la presencia constante en nuestras expediciones de una hembra nativa cuya
conducta al principio nos pareció la indicativa de un agente especializado.”
De lo que he aprendido al profundizar en el tema de los virus, es que
utilizan mecanismos para evitar que civilizaciones más avanzadas los detecten o
para tratar de reconocer lo más pronto posible a los infiltrados. Uno de esos mecanismos
es el usar a los propios infectados para detectar conductas o hechos fuera de
lo común.
“45 días locales después de
habernos infiltrado.
La nativa, que se
hace llamar Maolu, se reúne con nosotros desde muy temprano por la mañana y
solo se retira ya entrada la noche. Nada de lo que hacemos es a tal grado
evidente como para revelar nuestra verdadera naturaleza, pero sí constituye un
cierto grado de dificultad dado que debemos ser muy discretos en la forma en
que nos comunicamos. Maolu no muestra ningún tipo de actitud conocida ni
siquiera por los veteranos de nuestro grupo. Nos ha dicho claramente que es una
agente policial de rango relativamente importante a nivel local. Es inquisitiva
en cuanto a las supuestas investigaciones que realizamos. Hemos actuado tal y
como lo haría un grupo enviado por algún alto funcionario, esto es, con actitud
tediosa y falta de ánimo. Como si solo quisiéramos cumplir un trámite
engorroso, pero aun así ella insiste en acompañarnos.”
Los virus perciben si la civilización sometida ha emitido con
anterioridad señales de radio y de microondas al espacio. Es por ello que no
cancelan esas emisiones para no alertar a quienes se dedican a detectar, de
entre los nuestros, a civilizaciones emergentes. Sin embargo, pocas veces,
según la información disponible en la Fuente y en otros archivos a los que tuve
acceso, los virus han tenido éxito cuando han tratado de disimular su
presencia. Los cambios sociales son generalmente tan radicales que
inmediatamente causan sospecha de los vigías. La estación receptora que detectó
a esta civilización, estaba ubicada a setenta años luz de distancia, eso
significa que ese planeta fue detectado setenta años después de que emitieran
las primeras transmisiones cuya potencia les permitiera salir fuera de su
atmosfera. Eso activó un mecanismo en la receptora el cual envió partículas a
las afueras de ese sistema solar, a unas seis horas luz de distancia de su
estrella, las cuales estimularon a la materia circundante para crear a su vez
una emisora que pudiera enviar de regreso las señales de radio y microondas,
convertidas en partículas, también por encima del espacio, de esa forma se
pudieron obtener informes de ese mudo con solo diez horas de retraso.
“Desde que Maolu nos
acompañaba, ya ningún otro agente local se acercaba a nosotros, alguno de mis
compañeros se lo hizo notar en una charla casual.
− Yo soy la agente
principal de esta zona, no es necesario que venga alguien más, − contestó con
actitud y sonrisa amable. Sabíamos por entrenamiento algunos, por experiencia otros,
que un agente especializado puede actuar de manera diferente a cómo actúa el
resto de la población, pero siempre ocultando su verdadera identidad, la cual
no se muestra ni siquiera intentando analizar su mente. Maolu no ocultaba su
cargo. Su actitud en general era serena y conversaba con nosotros de diversos temas,
sin tratar de inquirir más allá de la
labores que realizábamos.”
Cuando se comprueba la contaminación, los especialistas se avocan a
dos actividades principales: detectar los lugares donde se construyen los
contenedores para conocer su grado de avance y a obtener la mayor cantidad
posible de información genética de todos los seres vivos, y de las
características del planeta. Esto segundo es por varios motivos que creo hay
que explicar con detalle. Cuando la infección es reciente, cuatro o cinco años
patrón galáctico, es posible evitar que toda una nueva generación de nativos
nazca infectada. Si se logra esto, entonces hay una gran probabilidad de que se
pueda restablecer el orden anterior a la infección. De lo contrario, habría que
destruir a la mayoría de las especies y luego reubicarlas, ya saneadas, en otro
mundo cuyas características sean lo más parecidas a las de su mundo origen.
“48 días locales después de la infiltración
Hemos logrado
recopilar la información genética del 69% de las especies nativas. Conocemos
los patrones climatológicos en un 90%, las variables gravitatorias locales y
las causadas por los objetos masivos cercanos ya en un 100%.
Hemos localizado también
un reducto donde hay actividad fabril cerca de esta zona, eso podría indicar
que estamos en el lugar correcto. Nuestros microorganismos continúan en
búsqueda del subterráneo. Hay ya pocos lugares por inspeccionar, por lo que
creemos que pronto lo encontraremos.
Ayer por la noche dialogamos
de Maolu. No hemos llegado a algún consenso acerca de permitirle seguir
acompañándonos o no. Opol, el más veterano de nosotros, ha propuesto una
teoría, piensa que posiblemente ella, y quizá otros más, han conservado su
propia voluntad a pesar de la infección. Verdum, el más experimentado en
detección de agentes especiales, piensa que quizá esta cepa está capacitada
para crear personalidades con las características de Maolu. En lo personal, no sé
cómo deberíamos reaccionar. Ella siempre se ha mostrado amistosa y amable, y su
actitud en general es alegre y desenfadada. Aunque es imposible evitar
suspicacias ya que, por lo general, la gran mayoría de los individuos
infectados se comportan de manera apática e indiferente, y se dedican
mayormente a trabajar para consolidar el proyecto de los virus. Solo los
agentes especiales se distinguen por vivaces.”
Quizá fuera posible evitar llegar al extremo de causar hecatombes en
planetas contaminados, si hubiera el apoyo material para poder instalar más
receptoras en la galaxia. De esta forma se detectarían muchas más
civilizaciones emergentes y se les podría vigilar para poder actuar lo más
pronto posible en caso de contaminación, pero se carece del apoyo público debido
al desconocimiento del tema. Además hay, entre los enterados, quienes se oponen
a que se actúe contra los virus al considerar que tienen derecho a existir,
argumentando que también son seres vivos. Desde que existen registros, se sabe
que han existido los virus, pero nunca se ha hecho un esfuerzo a escala
galáctica para erradicarlos o para al menos evitar que causen la destrucción de
civilizaciones. De hecho, de muchas de las contaminadas jamás nos enteramos, ya
sea porque no han desarrollado la tecnología para emitir señales que salgan de
su planeta o porque no fueron detectadas antes de desaparecer por motivo de los
virus.
Para ahondar en la historia, volveré a utilizar la biografía de
Mistfi:
“Maolu solía pasar
más tiempo conmigo.− Quizá está enamorada de ti, Mitsfi.− dijo Faís, nuestro
especialista en interacción gravitatoria, quien había ocupado el cuerpo de una de
las dos hembras.− ¿Qué opinas, Verdum, el amor podría hacer que un infectado pueda
emanciparse?
Verdum continuó con
la broma: −Es posible, pero también puede ser que se haya dado cuenta que
Mitsfi es el menos experimentado de nosotros y trate de enamorarlo para sacarle
información.
En una de nuestras
charlas, Maolu me contó que gustaba de la literatura y en especial de la
ciencia ficción.− Me encanta imaginar que hay otros mundos habitados en el
universo y que hay seres más avanzados que pueden viajar entre las estrellas.−Yo
le dije que posiblemente serían viajes muy largos, ya que es imposible viajar
más rápido que la velocidad de la luz.− Bueno, es lo que nos dicen los
científicos, − recalqué intentando mostrar titubeo.− Debe haber formas de poder
hacerlo, imagínese que aburrido sería el universo si no pudiera ser explorado. Luego de un rato de silencio continuó: − Aunque
ya sabe lo que dicen también los científicos, que es difícil que se desarrolle la
vida en otros mundos, que por esto o por aquello, pero yo creo que entre tantos
y tantos mundos debe haber surgido la vida como aquí, ¿no le aburro?
− No, para nada, yo
no sé mucho acerca de eso pero me parece interesante, − le dije mientras guardaba
una muestra de agua, − y sí, creo también que sería un desperdicio de planetas
si no hubiera vida allá afuera.
− Le voy a preguntar
algo que a lo mejor le incomoda, − me dijo ella con seriedad, aunque no mostraba
ningún signo de inquietud. − ¿No le molesta que todo esto que están haciendo ustedes
no sirva para nada? Ya sabe, va a salir en las noticias y en los reportajes:
‘Investigación importante bla, bla, bla’, pero luego de eso, nada. Además, a
nadie que yo conozca le importan estas cosas de investigación.
− Pues no, no me he
puesto a pensar en eso, se lo aseguro, ya sabe, solo cumplo órdenes y con eso
me basta, − le contesté mirándola a los ojos tratando de mostrarme un poco
sorprendido por la pregunta.
− Además, ya nadie
ve o escucha las noticias, ¿usted ve las noticias? −me preguntó repentinamente.
− Pues no, la
verdad, me gusta más oír música.
Maolu dio un pequeño
brinco hacía el piso desde la piedra donde estaba sentada, se acercó a mí y me
dijo en actitud confidencial: − ¿Lo ve? ¿Nunca se ha preguntado qué caso tiene
que pasen las noticias si ya a nadie le interesa? Todo mundo trabaja y escucha
música, sólo eso.
“52 días locales después de la infiltración
Hoy comentamos la
charla que sostuve con Maolu. Todos estuvieron de acuerdo en que el acertijo
que ella significa se vuelve mucho más interesante. Opol nos ha mencionado que
estudió hace tiempo el caso de una civilización en la que, a pesar de haber
sido contaminada, muchos de sus miembros se resistieron a ser sometidos,
incluso al grado de oponer resistencia armada hasta que la ayuda exterior llegó.
He investigado por mi cuenta esto que menciona Mitsfi en su bitácora y
he descubierto que sólo dos casos se conocen con estas características. El que
refiere Opol y este, el que me he empeñado en reseñar. Considero por ello que
es importante hacer conciencia en cuanto a lo significativo que resultaría el
invertir más en la pronta detección de civilizaciones emergentes. En lo particular,
a mí me surgieron al menos dos preguntas que me inquietaron. Estas son: ¿Debemos
seguir ignorando que la resistencia es posiblemente un fenómeno común en todas
las civilizaciones sometidas? Y si es así, ¿es moralmente aceptable que
abandonemos a su suerte a todos esos mundos que, por falta de organización y
por lo tanto de inversión, nunca reciben nuestra ayuda?
Creo que es oportuno mencionar ahora la razón por la cual decidí centrarme
exclusivamente en la autobiografía y en las bitácoras de Mitsfi para
complementar los datos científicos. Mitsfi, como hemos visto, no era una
persona común y corriente; fue alguien que aprendió a gustar de los viajes
espaciales, no rehuía a la actividad física ardua y además, mostró que podía
comprometerse de tiempo completo con las causas que consideraba justas.
Continúa la bitácora del día 52:
“Estudiaré ese caso,
− dijo Diró, el encargado de los microorganismos. − Pero suponiendo que ella
pertenece a algún tipo de resistencia, ¿por qué su interés en nosotros? ¿Será
que sospecha de nuestra verdadera naturaleza?
Káiz, la líder de la
misión comenzó a ordenar las ideas. − Es necesario pedir que se nos envíen los
documentos que menciona Opol inmediatamente, − dijo mirando a Faís quien
asintió. Luego se dirigió a Verdum: −Supongo que no hemos tenido éxito en penetrar
su mente.
Verdum levantó la
vista la cual había mantenido fija en la fogata, estaba encogido por el frío. −No,
ya he utilizado los métodos con los que contamos.
Káiz se acercó y
puso su mano en el hombro de él: − ¿Y la técnica que mencionaste, la que
permite tomar su mente sin alterar su estructura esencial? Ya tengo los datos
que pedí antier, pero tardare 6 días para formar las dispositivos. ¿Ya empezaste?,
− preguntó ella, a lo que él asintió.
No podemos perder
más tiempo, si es que existe algún tipo de resistencia, debemos conocer su
alcance.”
De la autobiografía de Mitsfi:
“Hasta ese momento
comprendí todas las implicaciones de que hubiese rebeldes, quizá pudiera desinfectarse
al resto de la población sin necesidad de mudarla a otro lugar en la galaxia o,
si no era posible la desinfección, permitir que los que habían mantenido el
control de su voluntad se hicieran cargo del planeta luego de eliminar las manufactureras
de contenedores y proyectiles.
Ese día, Opol
propuso la estrategia a seguir: −Aparentemente ella ha dado un paso adelante,
creo que el siguiente movimiento nos corresponde. Elaboraré una estrategia y la
pondré a consideración, la podemos utilizar si vuelve a sostener una charla del
mismo tipo con cualquiera de nosotros.”
La carencia de información que tuvo que sortear el grupo de Mitsfi no
se ha resuelto todavía de manera significativa. Persiste una gran desconexión
entre las asociaciones que se dedican a combatir a los virus y aunque gran
cantidad de documentos están disponibles en la Fuente, la mayoría no están
clasificados por lo que se dificulta enormemente el siquiera encontrarlos. Mi
insistencia en la necesidad de lograr la creación de un organismo que pueda, no
solo coordinar esfuerzos, sino también promover la participación de más
civilizaciones, así como organizar la información disponible, no es solamente
para facilitarle la labor a los recabadores, analistas y detectores de
infección. Existen adicionalmente dos motivos muy poderosos que me impulsan a
promover la creación de una entidad de este tipo, el más importante es que
muchísimas mentes desaparecen cuando ya no es posible desinfectar. Hemos averiguado,
por medio de los extractos de Mitsfi, que las civilizaciones que se destruyen durante
el proceso, son replicadas en otro mundo; pero las personalidades individuales,
los recuerdos, las trayectorias, las historias personales y grupales, e incluso
las herencias genéticas, desaparecen totalmente. El otro motivo que pongo a
consideración, es el enorme gasto que implica todo el proceso de recuperación. Es necesario, por
ejemplo, encontrar un mundo yermo de tamaño y características similares al
original, debe formar parte de un sistema cuya estrella tenga la edad y el
tamaño adecuado, hay que habilitar el mundo y después mover el resto de los
planetas del sistema para que incidan de manera parecida a como lo hacían los
del sistema que vio nacer a la civilización, entre otras muchas adecuaciones.
“55 días locales después de la infiltración
Hemos encontrado hoy
el subterráneo. Se han infiltrado ya nuestros microorganismos por lo que
posiblemente mañana tengamos información acerca de los contenedores. Maolu vino
ayer por la tarde. Me invitó a que la acompañara a dar una caminata por los
alrededores. Quizá las bromas de mis compañeros no estén tan infundadas después
de todo, pienso que seguramente percibe mi novatez.”
En la biografía de Mitsfi encontramos lo siguiente:
“Caminamos en
silencio un buen rato por la parte alta de una pequeña colina que se extendía
paralela a un río. Le pregunté si había
leído últimamente.
−Ya hace varios años
que no he tenido tiempo para leer, − me dijo. La notaba seria y un poco distante.
− Maolu, he pensado
en lo que me dijo la última vez que nos vimos, −le dije mirando a la punta de
la vara que movía con mi mano para cortar de tajo hojas de pasto.
− ¿De verdad? No me
haga mucho caso, a veces digo cosas sin sentido, − me contestó sonriendo
ligeramente mientras su rostro se movía buscando algo en el ocaso.
− Mire, − dijo de
pronto −ahí está saliendo Oliu-, ¿Lo ve? Es aquel de color rojo, es la época
del año que sale a estas horas y por ese lugar.- Miré hacía donde ella
señalaba.
− Cuénteme más
acerca de eso del espacio y los viajes. − Me
miró gratamente sorprendida y mostrando a la vez una sonrisa que le
iluminó el rostro.
− Oh, pues ¿qué más
le puedo decir? Son ideas extrañas las mías. − Giró su cuerpo para caminar de
espaldas, la imité casi de manera inconsciente.
− ¿Si viniera gente
del espacio, como cree que serían ellos? − Le pregunté al mismo tiempo que
trataba de conservar el equilibrio. Ella volteaba la cabeza para mirar donde
ponía los talones y con los brazos intentaba balancearse: −Creo que serían
iguales a nosotros. − Mis compañeros escuchaban todo lo que hablábamos, yo
también me percataba de los comentarios que intercambiaban y atendía sus
recomendaciones.− ¿Iguales a nosotros?− Ella había acelerado el paso y reía
jubilosa de mi falta de habilidad para mantenerme decorosamente a su lado.
− Exactamente
iguales, tan iguales que pocos, muy pocos, podrían detectarlos. − Se detuvo por
fin y luego se recargó en un árbol respirando un tanto agitada, yo me incliné y
apoyé las manos en los muslos para recuperar el aliento también, luego levanté
el rostro y la miré a los ojos.
− Usted es agente policial
y según nos ha contado, tiene amplia experiencia, dígame ¿cree que podría detectarlos?”
El equipo al que pertenecía Mitsfi bien pudo evitarse complicaciones y
tomar el camino más sencillo, ya que ningún reglamento les obligaba a arriesgar
todo el proyecto por la mera sospecha de que existieran nativos infectados no
sometidos. Pudieron haberse evitado complicaciones también tomando el control
de la mente de la nativa, pero eso hubiera destruido gran parte de la
integridad y coherencia de su cerebro. Actualmente nuestra civilización ha
desarrollado instrumentos portables y de fabricación mucho más sencilla para
poder escrutar, sin dañar, la mente blindada de los infectados. En los tiempos
de Mitsfi esa tecnología era posible conseguirla de civilizaciones más
avanzadas que la nuestra, pero el
trámite era complejo y requería tiempo. ¿Por qué no llevaban esa herramienta?
Porque ningún manual o protocolo mencionaba la posibilidad de que hubiera seres
a quienes hubiera que proteger su mente.
“Se alisó las plumas
con la mano, girando ligeramente la cabeza hacia su lado izquierdo. Su
abundancia y la variedad en la coloración indicaban que estaba sana y joven; su
piel se mostraba limpia, sus caderas amplias sugerían que podían dar a luz
huevos grandes y sus dientes afilados revelaban que podía moler hasta la carne
más dura con gran efectividad para sus crías.
− Sí podría
detectarlos.−Me dijo ella luego de un par de minutos.− Le revelaré algo ya que
me parece que usted es de confiar. Uno de mis pasatiempos que casi nadie
conoce, es el de imaginar qué actitudes evidenciarían a alguien que fuera
alienígena. Abrí los ojos mostrando profunda sorpresa.− Ya sé que es una
rareza, por eso la mantengo en secreto, − sonrió mirando al piso y comenzó a caminar.
Hice lo mismo poniéndome a su lado.
− No me
malinterprete por favor, − le dije −no la juzgo en ningún sentido, sólo que me
ha tomado por sorpresa, dígame, ¿Por qué le llama la atención ese pasatiempo en
particular? ¿Es algo relacionado con la ciencia ficción?
− ¿Qué edad tiene
usted? − Me preguntó, luego que le contesté, continuó− ¿Se acuerda cómo era todo
antes de la dictadura?
− Había decadencia
moral, − le dije, − había desorden social, la gente… − Ella me interrumpió: −No
le estoy pidiendo que me recete el discurso de siempre, mire el río, está lleno
de basura, ¿Alguien protesta, alguien hace algo? Nuestra ropa es fea y se
deshilacha casi en la primera puesta, nuestras casas se deterioran porque ya no
hay quien fabrique para repararlas. La gente ya no hace deportes, ya no hace
arte, ya no hay científicos, espere...− me dijo ante mi ademan de protesta. − Ustedes
no están haciendo ciencia, están recabando información que a nadie interesa, ¿O
de verdad piensa que sus estudios servirán para que los burócratas ordenen
limpiar el río y el lago?− Guardé silencio para dejarla continuar.− Todo se nos
ha vuelto un desastre y tiende a empeorar, de hecho ha empeorado desde que
tengo uso de razón, ya ve, hasta las pocas que han parido, han tenido que
empollar en la tierra cómo en la antigüedad. Pienso que algo no está bien,
pienso que nos ha sucedido algo muy malo en algún momento y que no podremos
superarlo.”
Las civilizaciones que son sometidas por los virus, se tornan insensibles
con el transcurrir del tiempo. Todo el esfuerzo de sus integrantes se orienta
para la construcción de los contenedores y proyectiles. Las actividades que
hacen funcionar a una sociedad van poco a poco disminuyendo, pero no surge el
caos ni la insurrección ya que todas las mentes están controladas. Las
instituciones también desaparecen, ya no se apagan los fuegos, ya no se cura a
la gente, ya no se le instruye. Todo aquel que esté en edad, trabaja en la
agricultura o en las fábricas que surten a las armadoras de contenedores. La
policía solo existe para detectar alienígenas, ya que hasta el desorden deja de
existir.
“55 días locales después de la infiltración
En el subterráneo
que descubrimos hay ya cerca de dos mil contenedores terminados. Calculamos que
existen al menos doscientos subterráneos más, repartidos estratégicamente en
todos los continentes. La construcción de contenedores va aparejada con la de
proyectiles, por lo que pudimos inferir que al menos en esta zona, ya hay 20
proyectiles terminados. La decisión de acelerar el asteroide está en el aire
aun. Todos opinamos que para Maolu es una certeza nuestra verdadera naturaleza,
se ha decidido por consenso que yo hable con ella abiertamente ya que el instrumento
que permitiría acceder a su mente sin dañarla tardara en estar listo 5 días
locales más. Maolu no ha venido esta mañana, por lo que iré a que buscarla en
su oficina.”
El método más común para eliminar a una sociedad contaminada es por
medio del choque de un asteroide contra el planeta que la aloja. De esta forma
se asegura la desaparición de la mayor parte de su infraestructura, además de
que permite, si se realizan los cálculos adecuados, que sobrevivan los seres
más pequeños, de los cuales podría evolucionar la próxima especie inteligente
del planeta.
“-Me dijeron que me
buscó, se le veía alegre, además vestía de manera informal. Ya la habíamos
detectado desde un par de cientos de rtss por lo que yo la esperaba sentado en
una piedra bajo un árbol. No contesté nada, le sonreí y me levanté para que
ella se sentara; luego me acuclillé, apoyando una rodilla en el piso, frente a
ella.− Usted ya sabe qué es lo que somos, ¿me equivoco? Ella se pasaba el
pequeñísimo cepillo por las plumas al tiempo que se mostraba jubilosa y
radiante,
− Disculpe, me acabo
de lavar. No, no se equivoca. - Ya no importaba mucho que ella fuera o no
agente especial, si lo fuera podríamos detectar en su mente la emoción que
indicara que nos iba a delatar y empezaríamos a actuar de inmediato. Si no lo
era, quizá ella nos daría la clave para poder iniciar la desinfección luego de
nulificar a los encargados del lanzamiento de los proyectiles.
− Voy a ir al asunto
sin preámbulos, le dije, -sus congéneres han sido infectados por lo que nosotros
llamamos un virus, este ha logrado dominar, aparentemente, la voluntad de
todos.
− ¿Dice que
aparentemente? − Me preguntó sin mirarme a los ojos.
− Usted está
infectada también, pero no parece que su voluntad haya sido sometida. − Seguía
alisando sus plumas con el cepillo, pero ahora su semblante mostraba cierta
gravedad.
− Supongo que espera
que le diga si hay más como yo. − Le pedí que me dejara explicarle qué es lo
que hacíamos y lo que considerábamos prioritario en ese momento y las
consecuencias de lo que acordáramos mis compañeros y yo, luego la escucharía.
− Es increíble, −
dijo ella cuando terminé, se quedó callada un par de minutos y después
continuó: −De una manera u otra ya percibíamos que esto no era normal, al
principio veíamos como las personas cambiaban asombrosamente su forma de pensar
de un día para otro; nos preguntábamos también cual era la razón de que el
régimen emitiera video y radio mostrando sucesos inexistentes, como si todo
fuera normal, como antes ¿para que fingen? Decíamos, ¿a quién querían engañar
si nadie ya de los nuestros sintoniza las emisoras?, entonces alguien propuso
que quizá temían que otros se enteraran. Sí, hay más, otros que tampoco
obedecen al régimen y que se dedican, al igual que yo, a tratar de detectar a
quienes vendrán a ayudarnos, o sea, a ustedes
-¿Y tiene usted idea
de cuantos podrían ser?
- En este estado, o
sea, lo que antes era nuestro país, unos quinientos.
-¿Y han podido
convencer a otros, volverlos contra el régimen? No, hemos intentado prácticamente
todo, pero no hay manera, toda la gente se volvió extremadamente dócil, como si
ya no tuvieran voluntad propia. A veces pienso que ya ni siquiera están vivos.
Mis compañeros
estaban al tanto de lo que hablábamos ella y yo, y yo a la vez de lo que ellos
opinaban al respecto. − Me temo que no será posible revitalizar su civilización
en este mismo mundo. –
El resto del día y
durante toda la noche hablamos de lo que iba a suceder, ella me preguntaba
acerca de posibles alternativas y yo le explicaba lo más detalladamente posible
por qué no eran viables. Lloraba a veces.
− Yo no tengo muchos
lazos afectivos, los perdí cuando hace años nos llevaron a varios niños al
bosque para tratar de impedir que nos pasara lo que le estaba pasando a todo el
mundo. Pero me da tristeza que lo nuestro vaya a desaparecer, nuestra historia,
nuestra cultura, aunque me diga que nuestra especie va a existir en otro mundo.”
“92 días locales
después de la infiltración
“El asteroide
chocara mañana a medio día. Esta conciencia que ha ocupado este cuerpo se
quedara a morir con los demás habitantes, a un lado de la Maolu que se quedara
aquí. La esencia, conocimientos y razón de más de siete mil individuos, entre
ellos Maolu, han empezado a ser enviados ya al sistema solar de donde partimos
para esta misión. Ahí elegirán cómo y donde deberá ser integrado su cuerpo
después de recibir la información necesaria. El estado de ánimo de Maolu ha
mejorado con el paso de los días, esta tarde le he mencionado que, según los
cálculos de Faís, existe un 65 por ciento de probabilidades de que la próxima
especie dominante sea descendiente de unos pequeños seres cuya característica
principal es que las hembras amamantan a sus crías, -Qué irónico, - me dijo
sonriendo y moviendo la cara de un lado a otro, - Siempre decíamos medio en
broma que si llegara a suceder una hecatombe, esos seres sucios y molestos
serían los que sobrevivirían.
Maolu y Mitsfi colaboraron en buscar y habilitar el sistema solar que
su cultura ocuparía en el futuro, trabajaron en ello y vivieron juntos durante
el resto de su vida. El proceso no ha terminado, tomará miles de años para que la
especie logre el nivel cultural y tecnológico que tuvieron justo antes de la
infección. Ellos sabrán lo que ocurrió, recordaran también su historia, sus
héroes, sus triunfos y sus fracasos. Deberán decidir, entre otras muchas cosas,
si usaran para su nuevo planeta el nombre de su mundo original: Valati (Vali:
hijo, Eati: cobijo) Valati, I Cor Espe (Valati, Nuestro Mundo Azul). En cuanto
a Valati, apenas se empieza a recuperar del impacto del asteroide. Tal como se
previó, han sobrevivido las especies más pequeñas. Están infectadas, pero sus
pequeñísimos cerebros no están capacitados para continuar la labor que
predispone la infección y, con el paso de los milenios, sus organismos absorberán
al virus sin mayores consecuencias. Todavía en estos momentos hay microorganismos
nuestros trabajando ahí, programados para buscar y disolver los restos óseos más
antiguos de la que fue la especie dominante. Tal vez algún día, cuando la nueva
civilización haya madurado lo suficiente, podría ser informada de lo sucedido. Termino
esta crónica con el sincero deseo de que sea útil para que haya más conciencia
acerca de lo que sucede en nuestra galaxia, y que ayude también para lograr un
consenso entre nuestras civilizaciones que permita evitar este tipo de acontecimientos
en las civilizaciones infectadas.
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