viernes, 6 de julio de 2012

Kukulkán

Desperté en la hierba húmeda, y desperté sin saber qué hora o día, o lugar o mundo era.
Y ahí estaba Kukulkán, en cuclillas y murmurando. Tomaba del suelo pequeños objetos y los agitaba por unos instantes, luego los dejaba de nuevo en el suelo frente a él y así todo el tiempo. Fue cuando comprendí que estábamos cerca de donde había perdido el sentido. Miré a mí alrededor para ubicarme pero no se veía ninguna luz más que el reflejo tenue de la  luna creciente en las protuberancias cercanas. "Bueno", pensé, "a lo mejor no estamos tan cerca", mas luego me pregunté si esas masas que se veían como a 5 kilómetros eran pirámides o cerros, "parece Uxmal, pero ¿a oscuras?". Trataba de definir las formas escrutando lo más posible, en mi mente se repetía la misma pregunta: "¿Uxmal a oscuras?"

Kukulkán aumentó el volumen de su voz durante unos cuantos segundos y luego volvió a murmurar. Me acerqué y me posicioné frente a él, había cosido sus párpados de nuevo pero sé que me percibía, de hecho seguramente él me había traído inconsciente hasta aquí. Me senté en la hierba húmeda y lo miré fijamente. Seguía levantado los huesos y las semillas y luego las soltaba como tratando de crear formas, "la vieja magia" pensé con cierta conmiseración, desde hacía tiempo le tenía cierta lastima.

Luego de mucho rato me erguí; caminé hacía una elevación  y miré a los montículos que me habían llamado la atención. Creí divisar un brillo lo cual me hubiera confirmado que efectivamente eran pirámides y no serranías, pero lo perdí, "¿me iré, me quedo? Ya era obvio para mí que Kukulkán me había traído con él para mostrarme algo, y eso me causaba curiosidad, aunque estaba seguro que no iba a suceder nada, a menos que lograra uno de sus viejos trucos, lo de la serpiente voladora y esas cosas, "ay pobre amigo" me permití pensar. Me recargué en una piedra alta y recordé el poema de Aaj Beh: Luna, baña mi corazón/para que vuelva a latir/así como bañas los campos/Y los montes/Así como laten los campos/Así como laten los montes

De pronto Kukulkán dejó de murmurar, de hecho se calló del todo. Luego se levantó y elevó su cara hacía la Luna. Lo imité instintivamente y miré también a la Luna, "hermosa...", estaba diciendo apenas cuando de pronto explotó, bueno, algo estalló en el cuerno de arriba y saltaron fuegos y hasta creí que había llegado hasta acá el temblor, pero era en realidad mi corazón que se estremecía. Había vuelto el viejo Kukulkán, era poderoso de nuevo.

[ “El cuerno superior se abrió en dos y en el punto medio de la división emergió una antorcha flameante que vomitaba fuego, carbones calientes y chispas. Mientras, el cuerpo de la Luna que estaba debajo se retorció. La Luna palpitó como una serpiente herida. Después recuperó su estado normal. Este fenómeno se repitió una docena de veces o más, asumiendo la llama varias formas retorcidas al azar… Entonces, tras estas trasformaciones, la Luna tomó una apariencia negruzca de cuerno a cuerno.”
Gervasio de Canterbury, Gran Bretaña, siglo XII]

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